Advertencia por el uso de anabólicos y un auge de los ACV

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Hace muchos años que calificadas fuentes médicas vienen alertando por un pronunciado auge de los factores de riesgo y, consiguientemente, de la declaración -a edades cada vez más tempranas- del llamado accidente cardiovascular (ACV), una de las enfermedades más repetidas en este último tiempo, que es producto entre otras causas de la mala alimentación, del sedentarismo y del estrés, entre otras causas.

Tales consideraciones tienen que ver con el alerta médico lanzado en las últimas horas por especialistas, acerca del creciente uso de anabólicos y sus consecuencias.

Por cierto que la reciente muerte de la conocida boxeadora argentina Alejandra “Locomotora” Oliveras abrió un debate sobre los posibles efectos nocivos del uso de anabólicos. Tras autorizarse judicialmente la cremación del cuerpo de la exdeportista —aunque hubiera denuncias que apuntaban a realizar una autopsia para determinar si hubo una relación entre los anabólicos y una posible causa de muerte—, un conocido cardiólogo encendió una luz de alerta sobre la relación entre estos esteroides y la salud.

En diálogo con un diario metropolitano explicó que el uso de anabólicos “puede dar un accidente cerebrovascular”, conocido como ACV, tal como el que sufrió la boxeadora. Es que estos derivados sintéticos de la testosterona “aumentan la presión arterial, los niveles de colesterol y el riesgo de formación de coágulos, lo que puede derivar en accidentes cerebrovasculares o trombosis”.

También advirtió sobre el daño hepático y renal, alteraciones hormonales, infertilidad, depresión, irritabilidad y una fuerte dependencia psicológica. “Hay un riesgo detrás de ese músculo que querés generar o recuperar”, concluyó.

Cabe recordar que no hace mucho se conoció en La Plata un informe revelador de los altos niveles de hipertensión arterial detectados en alumnos del nivel secundario que cursan en escuelas de La Plata, según en evidencia un estudio que lo asocia a la falta de actividad física y la mala alimentación

De allí surgió que casi el 20 por ciento de los estudiantes evaluados tenían presión arterial elevada. El estudio advirtió sobre la necesidad de llevar adelante intervenciones que permitan reducir los riesgos cardiovasculares en ese sector de la población. No puede dejar de mencionarse la costumbre extendida entre muchos jóvenes de “sacar músculos” y “hacer fierros”, sin ignorar que algunos de ellos toman anabólicos.

El panorama se agrava si se entiende que gran parte de la población es la que no toma conciencia sobre la importancia de la prevención, especialmente en estas enfermedades derivadas de la mala alimentación, la falta de actividades físicas y de otras causas que podrían evitarse. Y es aquí en donde las autoridades médicas de las diversas jurisdicciones debieran poner el acento

Está claro que hacen falta campañas de concientización que debieran inducir a la población a adquirir hábitos de vida sana. Sobre esa base, con programas educativos de no muy compleja instrumentación y profundizándose las políticas preventiva podrían obtenerse resultados beneficiosos para mejorar los niveles sanitarios, hoy deficientes para enfrentar enfermedades de tanta incidencia social como son la hipertensión y la obesidad.

 

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