Sueño polifásico, Da Vinci y atletas de elite: la ciencia detrás del descanso fragmentado

Los especialistas explican que esta forma reposo, si bien puede mejorar el rendimiento a corto plazo en deportistas, no es sostenible ni recomendable a futuro. Todos los detalles

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El sueño polifásico, una práctica que consiste en fragmentar las horas de descanso a lo largo del día, ha ganado popularidad entre algunos atletas de alto rendimiento. Según explicó el jefe de la Unidad de Sueño-Neurociencias del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas “Norberto Quirno” (CEMIC), Arturo Garay, esta técnica tiene antecedentes históricos que se remontan a figuras como Leonardo Da Vinci. “El caso de Cristiano Ronaldo es un ejemplo de estructura de sueño polifásico, que en realidad, la base empezó con el asunto de la dieta de Da Vinci, de sueño”, dijo Garay. En esa época, Da Vinci trabajaba dos horas y dormía entre 20 y 30 minutos varias veces al día para poder terminar sus tareas, acumulando así un tiempo de sueño repartido aceptable.

El especialista detalló que en la práctica moderna, deportistas como Ronaldo adoptan un régimen similar, con cinco o seis siestas de alrededor de 90 minutos cada una, logrando así mantener altos niveles de energía durante el día. No obstante, Garay aclaró que este tipo de sueño no puede sostenerse de manera indefinida: “No se puede vivir en forma polifásica de por vida; no hay experiencia hecha. Si él lo está haciendo, será una de las experiencias. Pero la realidad es que es bastante complicado porque los ritmos biológicos no se acomodan con la misma rapidez”.

El experto también se refirió a un concepto conocido como “sueño nuclear”, un periodo de descanso mínimo en el que se concentran todos los parámetros del sueño necesarios para mantener la vigilia adecuada. Según Garay, en personas jóvenes este tiempo puede ser cercano a las tres horas, y ha sido probado en pilotos de cazas que necesitaban estar despiertos para cumplir misiones específicas. Sin embargo, este modelo tiene limitaciones temporales: “En su momento se estimó que las personas jóvenes podían tolerarlo durante dos a tres meses, no más”.

En relación con los atletas que entrenan en horarios extremos, como los corredores que comienzan a las tres de la mañana, Garay advirtió sobre los riesgos asociados: aunque la restricción de sueño puede favorecer el aumento de cortisol y potenciar la capacidad atlética, también genera la liberación de mediadores de daño, por ejemplo, cardiovasculares. Estudios recientes sobre jóvenes ciclistas demostraron que reducir el sueño a cuatro horas y media ya provoca indicadores de daño cardíaco, un efecto que puede compensarse parcialmente con el ejercicio físico.

Garay resaltó que la técnica de sueño polifásico también se ha utilizado en contextos extremos, como en navegantes que dan la vuelta al mundo en solitario y necesitan mantener vigilancia constante: “La necesidad de esta gente es que no pueden dormir mucho tiempo, porque tienen que mantener la posición de las velas y supervisar lo que pasa; si no, sucumben en el mar”.

Finalmente, el especialista enfatizó que, aunque la fragmentación del sueño puede ser efectiva a corto plazo para mejorar el rendimiento, los ritmos biológicos a largo plazo requieren estabilidad. “Se puede mantener un sueño polifásico un tiempo, pero después, con todos los cambios que ocurren en el organismo, es necesario regularizar el ritmo. Para competencias, la gente se mantiene efectiva, pero no hay resultados que indiquen que estos métodos funcionen a largo plazo”, concluyó Garay, recomendando que incluso los atletas de élite mantengan un sueño estable que, según algunos estudios, puede llegar hasta 10 horas diarias sin afectar la salud.

OTROS ESTUDIOS

Una revisión de la National Sleep Foundation advirtió que este patrón se asocia a efectos negativos en la salud física, mental y el rendimiento deportivo (Weaver et al., 2021). Investigaciones en regatistas demostraron que quienes entrenaron con sueño fragmentado no mejoraron su desempeño y, en cambio, sufrieron mayor somnolencia diurna (Filardi et al., 2020). A nivel fisiológico, se comprobó además que rutinas extremas de siestas de 20 minutos cada cuatro horas pueden suprimir casi por completo la hormona de crecimiento, fundamental para la reparación muscular (Rosenblum et al., 2023).

En el terreno de la divulgación, portales como SleepFoundation y Healthline remarcan que no existe evidencia de que el cuerpo pueda adaptarse de manera saludable a estos esquemas, señalando que los beneficios reportados son meramente anecdóticos. Sin embargo, casos de futbolistas de élite como Cristiano Ronaldo, que incorpora siestas programadas dentro de planes supervisados de descanso (DW/Hindustan Times, 2022), mantienen abierto el debate. Aun así, la mayoría de especialistas sostiene que el descanso nocturno continuo de siete a ocho horas sigue siendo la herramienta más segura y eficaz para optimizar el rendimiento y preservar la salud de los deportistas.

 

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