Vinculan un ataque a tiros con menores que recuperaron la libertad

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El estruendo de las balas quebró la siesta del barrio en 121 entre 36 y 37 y dejó una estela de miedo que todavía se respira.

Eran las 14.40 cuando una mujer de 46 años, sola en su casa, escuchó una serie de detonaciones que la hicieron tirarse al piso instintivamente.

Desde el living, sin animarse a mirar por la ventana, sintió que la calle se había transformado en un escenario de guerra.

Afuera, dos hombres en moto pasaban disparando sin piedad contra la fachada de su vivienda.

Las imágenes de las cámaras de seguridad del almacén de enfrente no dejan lugar a dudas.

A las 14.39, la moto apareció por la calle casi vacía y, sin mediar palabra, el acompañante —un joven con buzo blanco— sacó un arma de fuego de entre sus ropas.

Con la frialdad de quien ejecuta un mensaje, apretó el gatillo varias veces apuntando a la casa.

Cada estampido quedó grabado en la memoria de la víctima y en las paredes que, horas después, mostraban los impactos de bala como cicatrices de un barrio que perdió la calma.

El dueño de la vivienda regresó alrededor de las 17:30 y encontró a su hija temblando, todavía sin poder procesar lo que había ocurrido.

Para él, el ataque no fue casual: está convencido de que se trata de una venganza ligada al robo que sufrió apenas una semana atrás.

El martes 29 de julio, siete jóvenes -algunos en bicicleta, otros a pie- irrumpieron en su patio delantero y se llevaron su moto Gilera ante la mirada impotente de los vecinos.

Varios intentaron detenerlos, pero la banda se perdió en la calle. La escena quedó grabada por las mismas cámaras que ahora registraron el ataque a balazos.

La cronología del conflicto alimenta la hipótesis de una represalia.

Tras el robo, la Policía logró recuperar el rodado en la zona de Catella y lo restituyó al propietario el jueves siguiente.

Ese mismo día, el vecino volvió a cruzarse con dos de los presuntos ladrones en un descampado de 120 y 36.

Entre ellos estaba uno de los jóvenes más fáciles de identificar: el que camina con dificultad por una discapacidad en la pierna derecha.

El hombre los increpó a los gritos, haciéndoles saber que había reconocido a quienes le habían robado la moto.

Ellos, lejos de enfrentarlo, lo miraron en silencio y siguieron su camino.

Ayer, aquel cruce pareció haber sido el prólogo del ataque que sacudió la cuadra.

Lo que siguió horas después dejó una sensación de impunidad que cala hondo entre los vecinos.

La imagen de la moto pasando despacio, los disparos y, la certeza de que los agresores son jóvenes, no solo asustan a la familia sino que también refuerzan el miedo en el barrio por la posibilidad de que el sector se convierta en tierra de nadie.

“Esto parece un mensaje mafioso. Acá ya no es robar por robar: ahora te tiran si te metés con ellos”, deslizó un frentista con voz temblorosa.

La Policía inició la investigación, pero entre los residentes reina el temor a nuevas represalias.

Con este nuevo episodio, vuelve a quedar bajo la lupa un tema controvertido de la actualidad: la puerta giratoria de los menores que entran y salen sin parar.

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