Un golpe sin rastros: desvalijan una concesionaria en plena madrugada

Tras forzar una puerta, desactivaron las cámaras y se llevaron una caja fuerte con dinero y el DVR del sistema de seguridad

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Un nuevo hecho delictivo sacudió a un comercio de Tolosa. Según pudo saber este diario, el blanco elegido por una banda de delincuentes resultó ser una concesionaria. Siempre en base a la información suministrada por fuentes calificadas, minutos después de las 3 de la mañana el dueño del comercio recibió en su celular una notificación inquietante: las cámaras de seguridad del local habían sido desconectadas. De inmediato, la alarma también se activó. Una empresa privada de seguridad acudió al lugar, pero desde la calle todo parecía estar en orden. No había ruidos, no había movimientos sospechosos. La fachada del negocio escondía lo que ya se había puesto en marcha.

La confirmación llegó varias horas después, cerca de las 11. El propietario se presentó en su concesionaria ubicada en calle 13 entre 528 y 529 y lo primero que encontró lo descolocó: una camioneta de la firma, que había quedado guardada en el interior, estaba estacionada en la puerta, con las llaves puestas. Ese detalle fue apenas la antesala de una escena de desorden que hablaba por sí sola. El portón de acceso estaba violentado, en el interior las oficinas estaban revueltas, y las herramientas del taller habían sido movidas y abandonadas junto a la entrada.

La falta más grave apareció al revisar la oficina principal. Allí, donde debía estar resguardada una caja de seguridad con dinero, lo único que se veía era un techo dañado y el hueco dejado tras la irrupción. La caja registradora también había desaparecido, aunque aún no se pudo precisar si contenía efectivo.

También faltaba el DVR que almacenaba las grabaciones de las cámaras, arrancado de manera brusca, con los cables colgando como testigos mudos del saqueo. La escena dejaba claro que los autores no solo buscaban dinero, sino también borrar cualquier prueba de su accionar.

El golpe, ejecutado en plena madrugada, se presume planeado y con un grado de conocimiento del lugar que no deja lugar a dudas. Los ladrones no improvisaron: actuaron con precisión, desactivaron las cámaras, forzaron accesos, y se retiraron sin dejar rastros inmediatos.

Por el momento, la investigación se sostiene sobre las huellas materiales que quedaron: el portón forzado, el techo dañado, los equipos arrancados y los casilleros vacíos. La causa fue caratulada como “robo”, aunque la modalidad utilizada marca la diferencia: no se trató de una irrupción rápida ni caótica, sino de un golpe calculado que expuso, una vez más, la vulnerabilidad de los comercios en toda la Zona Norte.

Cerraduras electrónicas, cercos eléctricos, patrulleros circulando en la zona o botones antipánico son recursos que, en los papeles, deberían garantizar una mínima protección y al menos actuar como un primer cortafuego al momento en el que ingresan delincuentes. Sin embargo, cuando el delito está planificado, los dispositivos se convierten en obstáculos menores. El resultado vuelve a repetirse: un local desvalijado y la sensación de que, pese a las precauciones, nada alcanza para frenar a quienes buscan quebrar la seguridad.

El hecho demostró que por más candados, rejas, alarmas, cámaras o guardias privados que se contraten, la delincuencia parece ir siempre un paso adelante. El caso de la concesionaria de Tolosa lo confirma: un sistema de seguridad completo, con sensores y monitoreo externo, fue neutralizado sin mayores dificultades. Los delincuentes estudiaron el terreno, arrancaron lo que debían arrancar, en este caso el DVR, y actuaron con tranquilidad, como si supieran de antemano cada punto débil.

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