Revés para una mujer que denunció un abuso

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El pasado 10 de septiembre La Plata quedó marcada por un relato estremecedor que daba cuenta de una serie de vejaciones a las que, según una denuncia, había sido sometida una mujer de 34 años.

La repercusión que generó la terrible historia generó que la Justicia acelerara los procesos y pusiera la lupa en el macabro acto que había sido denunciado. Finalmente, la investigación terminó por desnudar una trama que, con el correr de los días, se desmoronó como un castillo de arena.

Así, la denunciante, una mujer de 34 años quien aseguraba haber sido víctima de una banda de cuatro ladrones que luego de robarle había abusado de ella en su departamento, terminó ahora imputada por falsa denuncia.

Según pudo saber este diario, la trama comenzó a resquebrajarse pronto: no había registros médicos de internación, ningún llamado al 911, y los vecinos del edificio declararon no haber escuchado ni visto nada aquella noche.

El velo de la sospecha se corrió y lo que parecía un ataque salvaje se transformó en un expediente recaratulado como “falsa denuncia”. A todo este espectro de condicionantes se suma que la revisión policial constató que no existían lesiones visibles en la denunciante, pese a que había afirmado tener un fémur y un brazo fracturados. Según detallaron fuentes que investigan el caso, tampoco hubo rastros de los supuestos intrusos ni señales de violencia compatibles con el relato.

Así, la denuncia que había comenzado como un presunto robo con abuso sexual y lesiones terminó siendo para la justicia un ardid sin sustento. Detrás del giro judicial queda la pregunta inevitable: ¿qué llevó a inventar una historia tan atroz, con detalles que evocaban el peor de los escarnios?

Muchos de los vecinos que salieron a solidarse con esta joven, la revelación cayó como un balde de agua fría. Si bien será tarea de la Justicia determinar si esta mujer mintió, la opinión popular no tardó en pronunciarse apenas se conoció el dato. Concretamente, ayer, en muchos foros y comentarios se podían leer consignas de rechazo e indignación.

 

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