Día de la Industria: de la historia a los desafíos y la transformación del sector
Edición Impresa | 2 de Septiembre de 2025 | 02:05

Cada 2 de septiembre, en el país se celebra el Día de la Industria, una fecha que remonta sus raíces al 2 de septiembre de 1587, cuando desde el fondeadero del Riachuelo, que en ese entonces hacía las veces de puerto de Buenos Aires, zarpó la carabela San Antonio con rumbo al Brasil. A bordo, un cargamento proveniente de Tucumán y de Santiago del Estero, fletado por el obispo Fray Francisco de Vitoria, incluía tejidos y bolsas de harina.
Lo interesante fue que, según denunciaba Ramírez de Velasco, gobernador del Tucumán en aquel entonces, dentro de esas bolsas de harina viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula, un despacho del por entonces rey de España. Ese primer embarque marcó el inicio de la historia exportadora y manufacturera argentina, y, con el tiempo, se transformó en un símbolo del potencial productivo nacional.
Desde 1941, la Unión Industrial Argentina, y el conjunto del sector productivo, celebran esta fecha en reconocimiento al sector como uno de los motores más potentes de la economía nacional y un factor clave para la cohesión social.
A lo largo de los siglos, grandes, medianas y pequeñas empresas aportaron significativamente al desarrollo tecnológico, la generación de valor y la creación de empleo, consolidando un entramado industrial que ha acompañado el crecimiento del país y se ha renovado frente a los desafíos económicos, sociales y tecnológicos de cada época.
El recorrido histórico permite apreciar la transformación de la industria: de un sector centrado en la capacidad productiva, la eficiencia y la escala, a uno que hoy debe integrar servicios, atención personalizada y experiencia para generar valor. La globalización y la digitalización han hecho que muchos productos sean fácilmente replicables y disponibles en distintos mercados. Por eso, el diferencial ya no está solo en el “qué” se produce, sino en el “cómo”: la forma en que una empresa logra conectar con el cliente, ofrecer soluciones integrales y construir relaciones que trascienden el bien físico.
El escenario actual
En Argentina, este cambio es tangible en distintos sectores. Así es como en las pymes del rubro electrodomésticos ya comprendieron que competir únicamente por precio es una estrategia limitada. Muchas ofrecen garantías extendidas, atención personalizada y canales digitales directos, lo que genera fidelización y valor agregado. En la metalurgia y la autopartista, la producción ahora se acompaña de mantenimiento, capacitación técnica y soluciones integrales para los clientes, en lugar de limitarse al producto. En la industria alimentaria, las empresas con certificaciones B o políticas de sustentabilidad muestran que la reputación y la responsabilidad social son componentes clave del valor que se construye alrededor de los productos.
Sin embargo, la industria argentina enfrenta un contexto económico complejo que pone en evidencia la necesidad de estas transformaciones. Según datos oficiales del INDEC, en 2024 la producción industrial manufacturera cayó un 9,4 por ciento respecto a 2023. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en junio de 2024 una caída interanual del 20,4 por ciento en la industria. La capacidad instalada industrial, un indicador clave de la utilización de recursos productivos, se ubicaba en marzo de 2025 apenas en 53,4 por ciento, frente al 67,3 por ciento registrado en marzo de 2024.
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