Guerra entre hinchas de Boca y Chacarita
| 4 de Marzo de 1999 | 00:00

Es increíble, insólito, casi una paradoja. Mientras la Justicia anunciaba que se levantaba la medida que inhibía la disputa de los torneos de ascenso, casi al mismo tiempo, en la Bombonera, se vivía otro escalofriante y absurdo hecho de violencia durante un amistoso informal entre Boca Juniors y Chacarita Juniors, donde no más de veinte o treinta barrabravas xeneizes atacaron salvajemente, con palos y armas blancas, a un grupo de cincuenta hinchas funebreros que estaban presenciando tranquilamente el partido. El saldo de los incidentes arrojó siete heridos, uno de ellos de gravedad; en tanto que era inminente la detención de los principales líderes de la hinchada de Boca, quienes fueron identificados por la policía a través de videos.
Un ataque salvaje
Los hechos ocurrieron en la mañana de ayer, cuando transcurrían cuarenta minutos del partido que Boca le estaba ganando a Chacarita por 3 a 0. El encuentro, de carácter informal, llevaba el rótulo de ®a puertas cerradas¯, pero en realidad era presenciado por 300 socios de Boca distribuidos en las plateas bajas y unos 50 hinchas de Chacarita que habían sido ubicados en la zona baja de la tribuna popular local, con ausencia total de vigilancia policial.
Todo se desarrollaba normalmente y tan sólo se escuchaban algunos ®clásicos¯ cánticos de tribuna, donde siempre se trata de poner en ridículo al rival. Sin embargo, imprevistamente, hicieron su aparición veinte o treinta vándalos que responden a la hinchada local -ingresaron a la tribuna donde estaban los de Chacarita por el extremo que da a los palcos-, con palos, piedras y armas blancas, golpeando a todo lo que encontraban a su paso.
El desbande fue total, ya que los de Chacarita, si bien constituían un grupo mayor, al ver que los de Boca llegaban armados optaron por escapar. Sin embargo, seis o siete de ellos quedaron atrapados por el grupo de barrabravas xeneizes y fueron sometidos a una feroz golpiza, frente a la impotencia general -no había policía-, inclusive la de los propios jugadores y de los cuerpos técnicos de ambos equipos, quienes de inmediato suspendieron el partido y corrieron hacia el sector para calmar los ánimos a través de los vidrios blindados que separan a la tribuna del campo de juego.
Los intentos de pacificar fueron inútiles y los incidentes sólo culminaron unos diez minutos después, cuando los de Chacarita consiguieron llegar al playón de estacionamiento y una vez que el personal policial -intervinieron las seccionales 24¦ y 28¦- arribó al lugar alertado por las autoridades del club local.
Los agresores ya habían huido del mismo modo como entraron, con total impunidad. En tanto los heridos, que en principio fueron atendidos en la enfermería del club, fueron trasladados de inmediato al hospital Argerich, del barrio de La Boca, y al hospital Castex, de la localidad de San Martín.
Si bien no pudo establecerse con certeza la forma en que ingresó y se marchó la barra brava xeneize, las distintas versiones permitieron elaborar la estrategia utilizada por los agresores para moverse con total libertad, rapidez y contundencia.
El ingreso de los violentos habría sido por la puerta 14, que da a la calle Del Valle Iberlucea, adonde habrían llegado a bordo de dos automóviles Peugeot 505 y un Ford Fairlane. Luego accedieron caminando al estadio, empujando a uno de los controles que estaba en el lugar, y de allí se dirigieron a la tribuna donde estaban los de Chacarita, armándose a su paso con palos que se encontraban en el lugar por una obra en construcción.
Una vez consumado el hecho, habrían salido por la puerta 17, que da a la calle Wenceslao Villafañe, ubicada entre el complejo de fútbol amateur y la zona de quinchos y pileta.
Un ataque salvaje
Los hechos ocurrieron en la mañana de ayer, cuando transcurrían cuarenta minutos del partido que Boca le estaba ganando a Chacarita por 3 a 0. El encuentro, de carácter informal, llevaba el rótulo de ®a puertas cerradas¯, pero en realidad era presenciado por 300 socios de Boca distribuidos en las plateas bajas y unos 50 hinchas de Chacarita que habían sido ubicados en la zona baja de la tribuna popular local, con ausencia total de vigilancia policial.
Todo se desarrollaba normalmente y tan sólo se escuchaban algunos ®clásicos¯ cánticos de tribuna, donde siempre se trata de poner en ridículo al rival. Sin embargo, imprevistamente, hicieron su aparición veinte o treinta vándalos que responden a la hinchada local -ingresaron a la tribuna donde estaban los de Chacarita por el extremo que da a los palcos-, con palos, piedras y armas blancas, golpeando a todo lo que encontraban a su paso.
El desbande fue total, ya que los de Chacarita, si bien constituían un grupo mayor, al ver que los de Boca llegaban armados optaron por escapar. Sin embargo, seis o siete de ellos quedaron atrapados por el grupo de barrabravas xeneizes y fueron sometidos a una feroz golpiza, frente a la impotencia general -no había policía-, inclusive la de los propios jugadores y de los cuerpos técnicos de ambos equipos, quienes de inmediato suspendieron el partido y corrieron hacia el sector para calmar los ánimos a través de los vidrios blindados que separan a la tribuna del campo de juego.
Los intentos de pacificar fueron inútiles y los incidentes sólo culminaron unos diez minutos después, cuando los de Chacarita consiguieron llegar al playón de estacionamiento y una vez que el personal policial -intervinieron las seccionales 24¦ y 28¦- arribó al lugar alertado por las autoridades del club local.
Los agresores ya habían huido del mismo modo como entraron, con total impunidad. En tanto los heridos, que en principio fueron atendidos en la enfermería del club, fueron trasladados de inmediato al hospital Argerich, del barrio de La Boca, y al hospital Castex, de la localidad de San Martín.
Si bien no pudo establecerse con certeza la forma en que ingresó y se marchó la barra brava xeneize, las distintas versiones permitieron elaborar la estrategia utilizada por los agresores para moverse con total libertad, rapidez y contundencia.
El ingreso de los violentos habría sido por la puerta 14, que da a la calle Del Valle Iberlucea, adonde habrían llegado a bordo de dos automóviles Peugeot 505 y un Ford Fairlane. Luego accedieron caminando al estadio, empujando a uno de los controles que estaba en el lugar, y de allí se dirigieron a la tribuna donde estaban los de Chacarita, armándose a su paso con palos que se encontraban en el lugar por una obra en construcción.
Una vez consumado el hecho, habrían salido por la puerta 17, que da a la calle Wenceslao Villafañe, ubicada entre el complejo de fútbol amateur y la zona de quinchos y pileta.
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