20 de Agosto de 2000 | 00:00
Llegan desde distintos puntos de la Provincia para ver a un párroco especialista en exorcismos en la iglesia San José. Allí son atendidos por sacerdotes y médicos. Según los psiquiatras, en casi todos los casos padecen una forma de histeria en la que la sugestión juega un papel fundamental. Lo vinculan con un recrudecimiento general del pensamiento mágico.
"_Está muy alterado, padre, me quiso morder"- anuncia el asistente al párroco de la iglesia San José, Carlos Mancuso, que apenas se inmuta ante la novedad. Pregunta si le hablan del chico de unos 20 años que sus familiares trajeron desde el conurbano diciendo que estaba "poseído por una entidad" y después dice "vamos" con un tono desapasionado. En la iglesia espera el joven acostado sobre un banco en medio de convulsiones. Lo sostienen a duras penas sus familiares mientras masculla cosas ininteligibles acerca de velas y rituales. Después de unos minutos de oraciones y agua bendita enmarcados en un clima de creciente tensión, el chico se sienta, dice sentirse mejor. Atrás quedaban los rugidos y las carcajadas con las que hasta unos instantes atrás respondía a las oraciones del párroco. De a poco se levanta y se retira junto a sus padres, renovado y agradecido.
"Todo empezó el martes, cuando José empezó a comportarse de manera extraña. Decía que se llamaba César y que era brasilero, así que decidimos traerlo para que lo vea el sacerdote", dice la madre del joven, quien prefiere mantener su nombre en reserva. Con la misma convicción, afirma que el chico estaba "poseído por un espíritu maligno".
El episodio tuvo lugar el viernes en la Iglesia San José donde cada semana un promedio de 15 personas se acerca para pedir atención espiritual. Concretamente, lo que piden es que se los libere de "espíritus malignos" que -afirman-, "se adueñaron de su voluntad" o de la de algunos de sus familiares.
No se trata de un cuento medieval: sucede cada jueves y viernes en el templo de 6 y 64. Y a juicio de los psiquiatras, no es precisamente el diablo el que mete la cola: según los profesionales cercanos al trabajo de Mancuso, la mayoría de los fieles atendidos padecen de una forma de histeria en que la sugestión juega un papel fundamental.
"Un gran número de los casos que nos toca atender se enrola dentro de la sugestión psiquiátrica, y en ellos la oración funciona como una forma de contrasugestión y los alivia porque les permite descargar sus angustias, hacer catarsis. Cuando notamos que hay un problema psiquiátrico serio, los derivamos a los especialistas", dice el propio Mancuso, quien agrega que "en todos estos años, los casos de verdadera posesión diabólica que nos tocó exorcizar fueron muy pocos. Los dos más notorios sucedieron a mediados de los '80". (ver aparte)
Los psiquiatras entendidos en el tema prefieren no entrar en ciertas polémicas. Hugo Spañol, quien tuvo contacto con el trabajo de Mancuso, elige decir que "discutir sobre la existencia del diablo sería algo así como ponerse a hablar de OVNIS. Yo nunca lo vi. Todos los casos de supuesta posesión que observé han sido claros episodios de una forma de esa histeria profunda que fue claramente descripta por el psiquiatra Charcot. Es cierto, eso sí, que al tratarse de pacientes altamente sugestionables, la sugestibilidad ejercida por el sacerdote actúa allí donde la medicina no puede hacer mucho".
En lo que todos coinciden es en que la alta demanda de exorcismos se vincula al renovado auge del pensamiento mágico, propio de los tiempos que corren.
O como prefieren decir algunos psiquiatras: "no es extraño que se pidan exorcismos en un momento en que los mentalistas y los videntes están a la orden del día. Vivimos un tiempo en donde el pensamiento mágico tiene un gran auge y busca asidero en sistemas de creencias que tengan garantía de antigüedad para satisfacer una profunda necesidad vigente en la sociedad de superar el desconcierto y separar el bien del mal".
Pero ¿qué es el exorcismo? Se lo define como uno de los rituales más antiguo de la Iglesia Católica y y está destinado a expulsar demonios. Recientemente fue actualizado por el Vaticano, que desde 1999 aconseja a los sacerdotes consultar con psicólogos y psiquiatras para cada caso particular de presunta posesión. Básicamente, se trata de una serie de oraciones reunidas en un texto, el "De exorcismus et supplicationibus quibusdam", que fue publicado originalmente en el año 1614.
En la sala de espera de la secretaría de la iglesia, cada semana se suman nuevos casos de presuntos posesos, la mayoría de los cuales son personas jóvenes, de entre 16 y 30 años.
"La gente que viene no suele consultar directamente sobre el tema. Lo dice con eufemismos", explica Mancuso, "cuentan episodios que los confunden, muchas veces aterrorizadores y ante los cuales necesitan una palabra tranquilizadora. Detrás de sus planteos siempre está la pregunta '¿estoy enfermo o mi problema es demoníaco?'. Lo paradójico es que cuando los derivamos a un psiquiatra porque su afección no es de orden espiritual suelen reaccionar con alegría, como si se sacaran un peso de encima, cuando en realidad están en un problema".
Según el sacerdote, "todo esto se vincula con un rebrote del pensamiento mágico. La gran demanda tiene que ver con que la gente está ambiciosa de experiencias maravillosas. Muchas veces los que vienen acá con un planteo de ese orden han pasado antes por experiencias negativas vinculadas al mundo de la magia".
Los que esperan se caracterizan por escudarse en una pronunciada reserva. "No les gusta hablar mucho del tema, porque algunos lo viven con cierta vergüenza o culpa. Por eso los rituales se hacen en silencio, en la Iglesia y sin que nadie se entere", explica el párroco.
Sin embargo, una de esas personas acepta romper el silencio a cambio de mantener su nombre en reserva. Es la madre del joven que llegó desde el Gran Buenos Aires diciendo que estaba poseído por un espíritu maligno.
"Vinimos hasta acá por consejo de una comadre y porque estábamos muy asustados. El martes nos dimos cuenta de que el chico estaba poseído por un espíritu extraño", dice y pregunta "¿no vió como se reía cuando el padre le leía las oraciones? Por suerte ahora está bien y nos vamos muy agradecidos".
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