El mellizo dio el sí tan esperado

En una ceremonia simple, íntima y rápida, contrajeron matrimonio ayer Matilde Carriquiriborde y Guillermo Barros Schelotto, el ex jugador de Gimnasia que hoy es figura del Boca multicampeón y hombre récord en el equipo de la ribera. A las 13.50, la pareja dio el sí en la Sala A del Registro Provincial de las Personas, Delegación Primera, frente a familiares, amigos, alguna personalidad y decenas de reporteros gráficos, que desde temprano intentaron reflejar los matices más salientes de esta unión, convertida de repente en el acontecimiento social del momento a nivel nacional.

Pasadas las 13.15, luego de una prolongada espera, puesto que oficialmente no se sabía a qué hora se iba a llevar a cabo la ceremonia, los novios arribaron caminando por la calle 58, doblaron hacia su derecha para tomar la Avenida 1 y antes de alcanzar la mitad de cuadra cruzaron raudamente hacia el recinto, envueltos en una cortina de fotógrafos.

"Mato", como llaman a la novia sus amigas, despertó halagos con su estilizada figura, el cabello lacio y un vestido rojo-fucsia con matices en tonos más claros. Por su parte, Guille se mostró muy sobrio, con traje azul, camisa clara con cuadros de ese color y corbata al tono.

Entre sonrisas y resguardos, eludieron los vehículos que transitaban por allí e ingresaron rápidamente al Registro, casi sin hacer declaraciones. La vertiginosidad del momento sólo permitió respuestas breves del Melli, cuando fue consultado sobre cómo se sentía en los momentos previos a la unión. "Estoy muy bien"; "Me llegó la hora"; "Es un día muy importante", alcanzó a comentar en medio del tumulto.

Atrás quedaron los curiosos de turno, allegados y varios de sus familiares, como su padre Hugo, quien de algún modo ofició de portavoz. Distendido, feliz, bromeó: "Y sí, al final le llegó la hora. Por fin me lo saqué de encima".

En tanto, Matilde y Guillermo se instalaron en la parte posterior de la Sala A, a la espera del arribo de los invitados, que en pocos minutos ocuparon todas las butacas y los alrededores de la habitación. Recién ahí se hicieron presentes y fueron requeridos una vez más por la prensa que, por pedido del Melli, poco después debió desalojar el lugar para dar inicio a la ceremonia.

Pero la misma sufrió un breve retraso, motivado por la ausencia de varios de los componentes de la familia Barros Schelotto. Mientras aguardaban por Gustavo, quien finalmente llegó a las 13.30 acompañado por su novia Mercedes, apareció repentinamente Antonio Barijho, compañero de Guillermo en Boca, y creó un revuelo. Vestido con pantalón negro y remera transparente, Chipi ganó todos los flashes, firmó autógrafos y trató de llamar la atención antes de entrar a la sala, donde también hizo de las suyas.

Minutos más tarde, de la mano de su marido, arribó Carolina, la hermana mayor de los mellizos, y así pudo dar comienzo la ceremonia.

Rodeado por sus padres, hermanos, sobrinos, una tía y una abuela, Guillermo se concentró en las palabras de la jueza de paz, Patricia Palladino, encargada de presidir el acto. Lo propio hizo Matilde, también rodeada de sus afectos y varias de sus compañeras del Colegio Nacional. Y por espacio de no más de veinte minutos, asistieron a una cálida ceremonia, sobria, sin estridencias, antes de dar el sí.

En ese lapso, la clarinetista Mónica Campani, tocó una serie de piezas tradicionales, como el "Himno a la Alegría" o "Cinema Paradiso", que crearon una atmósfera muy especial y le dieron un toque distintivo a la cita.

Cerca de las 14 llegó el esperado momento. Custodiados por los testigos Leonardo De Cristófaro y Florencia Jardel, firmaron la libreta de casamiento, se besaron y despertaron los aplausos de los presentes. Antes de dejar el lugar, la pareja mostró su emoción ante la prensa y se preparó para el 'ritual del arroz'.

En la puerta del Registro aguardaban por Matilde y Guillermo unas 150 personas, muchas de ellas hinchas de Gimnasia y Boca que se acercaron para conseguir un autógrafo del mellizo, y los recibieron con un aplauso cerrado al canto de "Olé, olé, olé, Guille, Guille", que luego se convirtió en "Olé, olé, olé, Mato, Mato", en honor a la novia.

Kilos y kilos de arroz volaron por el aire cuando el matrimonio se dejó ver, y consolidaron definitivamente este trascendental momento para ambos. Poco después dejaron el lugar caminando, tal como lo habían hecho anteriormente, para trasladarse minutos más tarde a una recepción que se desarrolló en el Salón Dorado del Jockey Club.