17 de Octubre de 2005 | 00:00
Una movilización de trabajadores sin antecedentes
hasta ese momento marcó, el 17 de octubre de 1945, una bisagra
en la historia del país, que vio nacer en esa jornada a una
nueva fuerza social que modificó definitivamente el mapa
político de la Nación: el peronismo.
Las seis décadas que pasaron desde aquella fecha emblemática
no borraron la vigencia de un movimiento de masas que se construyó
sobre la imagen de Juan Domingo Perón y la devoción
que despertó la mujer que lo acompañó en esa
etapa de su vida, Evita.
El “aluvión zoológico”, como la clase dominante
definió a la participación popular que literalmente
invadió el centro de la ciudad de Buenos Aires en reclamo
de la libertad de su líder, es hoy todavía un hecho
que pocas veces más se repitió en la historia nacional.
Más de 100 mil trabajadores -la mayoría llegados de
los suburbios del Gran Buenos Aires, que crecía en esos tiempos
aceleradamente- copó desde temprano la zona de la Plaza de
Mayo con el reclamo de la libertad de Perón, que se encontraba
detenido en la isla de Martín García por orden del
presidente de facto, el general Edelmiro Farrell.
El militar que desde la secretaría de Previsión Social,
el ministerio de Guerra y la vicepresidencia de la Nación
había instrumentado las nuevas leyes sociales que otorgaban
a los trabajadores beneficios nunca antes conquistados, era duramente
cuestionado por sus compañeros de armas.
Era un país de 14 millones de habitantes, que recibía
a diario miles de trabajadores con sus familias desde el interior,
los cuales se instalaban en el creciente conurbano bonaerense en
consonancia con el importante crecimiento del cordón industrial,
que tenía ya más de 80 mil fábricas demandantes
de mano de obra.
Desde la secretaría de Previsión Social, Perón
había interpretado la necesidad de mejorar las condiciones
de estos trabajadores y desde su propia ambición política
dedicó gran parte de su gestión a otorgarles ventajas
a los obreros, como el salario básico, aumentos progresivos
por producción y beneficios sociales antes ignorados por
el empresariado.
El entonces coronel Perón había trepado hasta la vicepresidencia
del Gobierno de facto y ese crecimiento “desmedido” fue
el motivo por el cual un grupo de militares más refractario
a esos cambios realizó una movida para “cortarle las
alas”.
Una semana antes del 17, los integrantes de la Escuela Superior
de Guerra donde se encontraban aquellos que no veían con
buenos ojos a Perón, decidieron levantarse contra el Gobierno
exigiendo la renuncia a todos sus cargos y el pase a retiro, algo
que el mismo coronel escribió de puño y letra.
Perón, junto a su pareja desde hacía más de
un año, Evita, aceptaron entonces una invitación de
un militar amigo y se instalaron en una isla del Tigre, mientras
el gobierno de Farrell anunció elecciones democráticas
para el 7 de abril de 1946.
Sin embargo, la presión de los militares rebeldes hizo que
el 13 de octubre Perón fuera detenido en el Tigre y trasladado
posteriormente a la isla Martín García, previo paso
por la cañonera Independencia, anclada en el puerto de Buenos
Aires.
Esta novedad hizo estallar movilizaciones espontáneas de
trabajadores, que desde Avellaneda, Berisso y otra zonas se comenzaron
a movilizar hacia el centro porteño; también hubo
convocatorias en Rosario y La Plata.
El 16 de octubre, la conducción de la CGT, junto a otros
sindicatos autónomos, se reunieron para reclamar al Gobierno
que se respetaran las conquistas sociales de los trabajadores y
se dispusiera la libertad inmediata de Perón. Ante la repuesta
negativa de un Gobierno que se encontraba sin Gabinete y al borde
del colapso, se determinó una huelga de 24 horas a partir
de la medianoche del 18 de octubre, al tiempo que la Policía
se trenzó en una batalla campal con cientos de manifestantes
que desde Avellaneda habían logrado llegar hasta el barrio
de Barracas.
Por recomendación médica -la humedad de la isla afectaba
los bronquios del coronel- Perón fue trasladado en la madrugada
del 17 al Hospital Militar, lugar donde estuvo hasta casi las 17,
cuando el presidente Farrell lo hizo llamar desde la Casa Rosada.
Cuando el Gobierno y los militares se dieron cuenta de que no podrían
dispersar a los miles de manifestantes que estaban en la Plaza,
cedieron terreno y dejaron la puerta abierta para que el nuevo líder
popular que nacía en esa horas enfrentara por primera vez,
desde el balcón de la Casa Rosada, a una multitud que lo
aclamaba. Perón salió a ese escenario luego de las
23 de aquel 17 de octubre, para dar pie a un ritual que se repetiría
decenas de veces más hasta su despedida el 12 de junio de
1974, y desde allí, en el primer acto fundacional del movimiento
peronista
La Argentina cambió: el país ingresó en una
dinámica nunca vista durante ese siglo XX, y los “descamisados”
de Perón y Evita inventaron una nueva forma de hacer política.
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