El voto electrónico y una opción por la transparencia que debería acelerarse

En las elecciones del domingo pasado se realizó una prueba piloto en Berisso con el voto electrónico. Lo hicieron con el padrón de extranjeros y sirvió para ensayar un sistema que -como aquí se ha destacado muchas veces- debería adoptarse en procura de una mayor transparencia electoral.

La evaluación resultó positiva y debería ser tenida en cuenta para apurar la instrumentación de esta metodología que, además de brindar transparencia permitiría agilizar mucho el mecanismo electoral, desde el funcionamiento de las mesas de votación hasta el recuento de los votos.

Para las elecciones de setiembre de 2003 se había planteado una prueba piloto de mayor alcance pero finalmente quedó abortada. Sería oportuno que, a partir de ahora, se trabaje con tiempo y con verdadera dedicación para instrumentar el sistema en los comicios de 2007.

Las experiencias de los países que utilizan el voto electrónico demuestran que se trata de un sistema que otorga máxima transparencia y eficacia a todo el proceso electoral y al escrutinio en particular, eliminando prácticamente toda posibilidad de maniobras en los cómputos, además de la imaginable rapidez. Y resulta también -una vez instalado- más económico que los costos que requiere nuestro sistema actual, que exige un complejo y caro diagrama de distribución de las urnas y las boletas de candidatos y su posterior reenvío al centro de escrutinio, además de las jornadas de labor y horas extras que demandan el escrutinio y el recuento de votos.

Pero dadas las distorsiones que presenta el actual mecanismo electoral en nuestro país -y por supuesto en nuestra provincia-, el sistema del voto electrónico aportaría además, sin duda, correcciones a "vicios" históricos de la política vernácula. Por caso, reduciría al mínimo la necesidad de que los partidos cuenten con fiscales en todas las mesas de votación para frustrar posibles "maniobras" de otras fuerzas con las boletas. Y por otro, eliminaría el famoso arrastre de las cuestionadas -pero nunca modificadas por los políticos- boletas sábanas, una distorsión de la voluntad estricta de voto de los ciudadanos básicamente vinculada a lo que podría denominarse la cultura política. La gente ha ido dando muestras crecientes, en los comicios de los últimos años, de ir superando -vía el famoso corte de boleta- esa distorsión, pero en ella todavía se apoyan algunos candidatos para conseguir sufragios que no necesariamente obtendrían si no existiera la boleta sábana, porque la tendencia a colocarla entera en el sobre, a partir del interés en votar a uno de todos los candidatos que figuran en la tira, todavía es fuerte. La modalidad del voto electrónico, en la que no existe la sábana, elimina esa cuestión.

Establecer el voto electrónico en la Provincia constituiría una valiosa contribución a mejorar el sistema político y sus mecanismos esenciales. Sería bueno que no se desperdicie esta posibilidad.

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