El Escritor Oculto de Roman Polanski
| 28 de Mayo de 2010 | 00:00

Como el reportero de El ciudadano Ewan McGregor tiene un tiempo estipulado para leer un original, en este caso, la autobiografía incompleta de un ex-presidente hecha por un escritor oculto anterior. Se duerme leyéndola porque supone, como aquel reportero, que la verdad no está entre sus páginas. En ese momento se nos muestra traicioneramente un pendrive. Se comenta al pasar que esa pequeña memoria puede almacenar innumerable información. Como un trineo que encierra todas las interpretaciones posibles, ese minúsculo objeto de plaquetas y plástico genera las más grandes intrigas: ¿qué demonios hay ahí adentro? O mejor, ¿qué demonios puede llegar a haber?
Esto sucede porque desde que comienza El escritor Oculto empezamos a notar algo extraño. Un grupo de gente importante y actores conocidos deciden, en medio de muchas dudas, si le dan a un joven autor el trabajo de realizar esta biografía. Segundos después, unos moto-chorros intentan robarle el original, no sabemos por qué. Esta sospecha, de todo y de todos, dura inclusive hasta faltar sólo minutos para que termine la película. Cuando al parecer ya se ha resuelto la intriga seguimos con la misma extraña sensación, todo cae sobre el manto de la desconfianza.
Al aparecer la esposa del ex-presidente bañada luego de la lluvia, Roman Polanski nos dice: desconfiemos de las mujeres en bata y con el pelo mojado como Emmanuelle Seigner en Perversa Luna de Hiel y Sigourney Weaver en La Muerte y la Doncella pensando de lo que son capaces.
Por todo esto, tal vez, la resolución abrupta del final resulte insatisfactoria para algunos. Porque disfrutamos el recorrido de la película, el proceso, la duda eterna, la especulación constante. “La verdad esta en el camino” decía no sé si Jesús o Marx, no me acuerdo, para el caso es lo mismo. Por eso estaremos insatisfechos con el final de Lost. El secreto a develar, el Macguffin-Rosebud, nos va a parecer una porquería y está bien. Porque saber mostrar nos atrae más que sólo mostrar el saber.
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