Un documental homenajea la figura de Franciso Piria

Si alguna vez pasó por la costa de Punta Lara, seguramente recuerda un enorme edificio totalmente en ruinas frente al Río de La Plata que nada tiene que ver con las construcciones del lugar, que supo ser parte del faraónico y proyecto de Francisco Piria para reconstruir la zona y darle una impronta turística, algo que nunca se concretó.

Un conjunto de noticieros en súper 8 blanco y negro dan lugar al comienzo a “Ciudadano Piria”, documental de Gustavo Mendoza presentado en el Festival de Mar del Plata, donde arquitectos, profesores, sacerdotes, escritores, artistas, guías y familiares aportan hechos y costumbres sobre la intensa vida de Don Francisco Piria.

Mendoza trabajó en su primer documental con la figura de Narciso Ibáñez Menta y desarrolló durante 6 años de forma independiente la realización de este proyecto. El filme debe su nombre, claro, a la comparación que hace el director de Piria con Charles Foster Kane, el personaje de la película de Orson Wells.

Porque Piria fue un escritor de literatura fantástica (llegaron a decirle el Julio Verne del Río de La Plata), comercializador de toda clase de productos, empresario, alquimista, rematador, filántropo y soñador. Como afirma uno de sus seguidores: “Piria no necesitaba de nadie para hacer nada”, y así construyó la única ciudad creada por un particular: Piriápolis.

VIDA Y OBRA

Escribió un libro de 1911 que relata su infancia contada por él mismo, aprovechó la Primera Guerra Mundial para construir su casa entre 1916 y 1918 contratando arquitectos franceses, fue uno de los pioneros en la venta de terrenos en cuotas, consideraba al mate como una pérdida de tiempo al momento del trabajo y nombró a las locomotoras de su tren “Fuerza” y “Voluntad” a partir de, según él, elementos clave para la realización de cualquier cosa que uno se proponga.

Este hombre de múltiples talentos, hijo de genoveses, se convirtió en uno de los personajes más importantes de la economía y el desarrollo de todo Uruguay. Fue quien compró tierras, puso trenes que conectaban Montevideo con Punta del Este, explotó la cantera de piedra más grande de América del Sur con la cual logró proveer material para el adoquinado de las calles de Montevideo y de Buenos Aires.

Le dio su propio nombre a la ciudad que ideó en sus sueños con el objetivo de fomentar el turismo y desarrollar un balneario propio. Ese deseo quiso trasladarlo a la Argentina con el Palacio Piria de Punta Lara, aunque los desentendimientos con la clase política local truncaron ese proyecto, relegando al palacio un estado de abandono que hasta el día de la fecha espera una mínima restauración.

Personalidades como Eduardo Galeano o Carlos Páez Vilaró recuerdan a Piria como a un grande. Un detalle que sobresale y llama la atención: las anécdotas contadas a través de los parientes de Piria son los menos atractivos de toda la película. Pareciera que hablaran de alguien muy lejano con poca sensibilidad, a diferencia de profesores, arquitectos y guías que relatan cada episodio con fanatismo, respeto y pasión, como si se tratara de una estrella de rock.

Nicolás Isasi

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