Adiós al Lenguaje de Jean-Luc Godard


Lo cierto es que como nos muestra Tarantino en Django Sin Cadenas las fotografías en 3D existen desde casi 1850. En el mundo cine, las películas en 3 dimensiones existen hace bastante pero se empezaron a popularizar también en la década del 50 (esta vez de 1900) como una de las batallas contra el avance de la TV. Ahora esta nueva ola 3D tiene que ver con una nueva batalla pero también con el descubrimiento de una nueva tecnología que definitivamente funciona mejor. Este sistema estereoscópico consiste en ver 2 imágenes distintas al mismo tiempo. El espectador ve dos ángulos de una misma imagen y su propio aparato perceptivo construye la sensación de la tercera dimensión. O sea, la profundidad no existe como tal, como tampoco el movimiento no existe realmente en le cine. La nueva tecnología ha superado a aquellos anteojos azul y rojo que no lograban anular del todo las imágenes para que cada ojo vea realmente algo diferente (un ángulo levemente cambiado de lo filmado). Ahora sí, con el nuevo sistema de filtro para cada lente, se ve una imagen diferente sin molestar la visión.

En Adiós al lenguaje en un determinado momento la película es insoportable. Pero no por lo aburrida o cruda de la escena sino porque no la podemos asir, no es afable para nuestra percepción, ya que dos imágenes parecen luchar por hacerse visibles la vez. Es sucede porque a Jean-Luc Godard, de 84 años y exponente de la Nouvelle Vague francesa, se le ocurrió proyectar 2 cosas diferentes a la vez. Una para cada ojo, por lo que se nos hace imposible sintetizarla en una sola. Si uno entiende la tecnología puede darse cuenta que al cerrar un ojo ve una situación y al cerrar el otro ojo ve otra paralela. Entonces sucede que uno puede llegar a decidir qué situación ver.  Elegir entre un hombre que está leyendo en un banco o ver a su pareja hablando con una tercera persona. Así uno realmente participa en la película, elige el montaje, o sea la duración de los planos, cuánto tiempo ver cada uno. En mi caso elegí hacer un montaje paralelo. Entonces, por momentos abría un ojo y luego volvía a abrir el otro, repitiendo el movimiento e intercalando estas dos escenas.

Estas situaciones podrían haberse filmado por separado pero Godard decide hacerlas en un plano secuencia donde las escenas empiezan juntas en 3D y luego se diseccionan en 2D como siguiendo a Bazin, obviando el corte del montaje que no ayuda.

No hay caso. A pesar de todo esto, en esta película experimental, extrema, hermosa y compleja que nos propone Godard, llegado el caso tal vez elijamos hacer un montaje paralelo para entenderla mejor. Nada más clásico y diferente a este film que este tipo de montaje. Más allá de los intentos artísticos modernos y rupturistas que tengamos tiene que venir un anciano de 84 años a darnos una lección.

 

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