El adiós de Paloma Herrera

Por NICOLÁS ISASI

La velada del sábado por la noche quedará en la historia y memoria del público argentino. Es que el máximo coliseo se vistió de gala para darle el adiós a una de las figuras más relevantes de la danza argentina y mundial: la mismísima Paloma Herrera.

Con coreografía de Maximiliano Guerra (actual director del Ballet Estable del Teatro Colón) y dirección orquestal de Emmanuel Siffert, se presentó el ballet “Romeo y Julieta”, obra homónima de Shakespeare en versión musical de Serguei Prokofiev. El suntuoso vestuario fue realizado por el maestro Caldirola y la escenografía, simple pero correcta, diseño de Daniel Feijóo y Adriana Maestri.

Considerada como una de las 10 mejores bailarinas del siglo, elegida líder del milenio por la revista Time y la CNN, ganadora de los premios Gino Tani, María Ruanova, Konex de Platino y Clarín, Paloma Herrera, brilló como una verdadera artista. Nacida en Buenos Aires, comenzó sus estudios con Olga Ferri y continúo en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. A los 14 años fue finalista en Bulgaria y en 1990 ingresó a la School of American Ballet de Nueva York. A los seis meses fue contratada por el American Ballet Theatre (ABT) siendo la artista más joven (19 años) en alcanzar el rango de Principal Dancer en los 75 años de historia que posee dicha compañía. En la actualidad es el Miembro más joven del Comité de Artistas para la elección del The Kennedy Center Honorees, National Celebration of the Performig Arts, entregado anualmente por el Presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca.

Ovacionada con su aparición, Paloma omitió cada uno de esos aplausos y siguió jugando con su personaje mostrando una Julieta frágil pero alegre. Con cada paso parecía caminar sobre las nubes. El sutil movimiento del empeine hasta la punta del pie dejó en claro por qué es una de las bailarinas más importantes que dio nuestro país. El resto del elenco supo acompañarla con gracia y buena presencia, desde las prostitutas (miembros del Ballet Estable), pasando por su Romeo (el español Gonzalo García) y destacando los roles de Teobaldo (Vagram Ambartsoumian) y Mercucio (Nahuel Prozzi) como grandes bailarines e intérpretes. El director de orquesta, proveniente de Suiza y con un curriculum extraordinario, hizo un trabajo prolijo y medido, cuidando las cuerdas, los solos de arpa, saxo y metales. En el inicio del tercer acto se apagaron las luces, el maestro alzó la batuta y de repente el gigantesco y maravilloso telón realizado por Kuitca, empezó a inflarse tanto que parecía llegar al proscenio. Una imagen contundente y brillante al tratarse de la resolución de la famosa historia de amor entre los amantes de Verona.

El final tuvo mucha fuerza. Quizás se trató del acto más duro para los pequeños que estaban allí presentes: velas enormes, inciensos, bailarines que lloraban utilizando la mímica, una iluminación lúgubre y la imagen de Julieta tendida en su lecho de muerte. Sin dudas aterrador. Y esa tensión creció aún más con la escena siguiente en la que Romeo la sujeta contra su cuerpo y baila literalmente con la parca, dejando entrever la ductilidad de Paloma no solo como bailarina sino como actriz e intérprete.

En mayo de 2015 se despidió con “Giselle” del ABT en Nueva York. Ahora tenía que despedirse de su gente, de su ciudad y en la casa que la vio nacer. Aclamada como una gran artista merece, la salida fue emocionante hasta las lágrimas. Sobre todo cuando se acercó a la pata del escenario implorando la entrada de sus padres, que se resistían por pudor. Una vez sobre el escenario y ante un teatro lleno, también fueron aplaudidos cuando la abrazaron afectuosamente. Su partenaire, Gonzalo García, la acompañó durante todo el saludo y fue cómplice de varios comentarios en inglés que sólo ellos guardarán en sus corazones. El público argentino tuvo la suerte de ver el último vuelo de una paloma única en el mundo. ¡Brava!

Ballet Estable
Daniel Feijoó
Maximiliano Guerra
NICOLAS ISASI
Paloma Herrera
Serguéi Prokófiev
Teatro Colón

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