Biblioteca Braille, un puente para integrar a los que no pueden ver
| 7 de Marzo de 2015 | 23:37

La Biblioteca Braille se reinventó. Al ritmo de un interés creciente de la comunidad en acercarse a colaborar y a compartir actividades con los no videntes, de los cambios que trajeron consigo las nuevas tecnologías en materia de libros y sobre todo de audiolibros, y de las posibilidades que abrió la nueva y amplia sede de calle 5, cientos de videntes hoy pasan por el lugar para ponerle su voz a textos clásicos y modernos, para ayudar a corregirlos antes de que ingresen a la imprenta y para compartir talleres de las más variadas disciplinas junto con aquellos que no pueden ver. La integración gana terreno puertas adentro. Afuera, quedan muchas asignaturas pendientes.
El fin de semana pasado, desde la biblioteca se lanzó una convocatoria pidiendo lectores voluntarios para la grabación de audiolibros y corrección de textos en sistema Braille. “Desde entonces ingresan entre 10 y 15 mails por día. Ni siquiera nosotros podemos creerlo. Pero es un gran aliciente”, comenta el director del lugar, Sergio Rojas.
Acerca del boom de inscriptos, dice que “siempre hubo voluntarios, pero esta explosión puede responder a la decisión que se adoptó hace un tiempo de abrir la biblioteca a la comunidad”.
Se refiere a los talleres de encuentro social, lectura y escritura creativa, plástica, teatro, expresión corporal, meditación y pilates, entre otros, a los cuales concurre todo tipo de público que comparte las distintas actividades con los no videntes.
“Siempre hubo voluntarios, pero esta explosión puede responder a la decisión de abrir la biblioteca a la comunidad”
“Para la integración social, eso es un hecho invalorable”, subraya el director provincial de bibliotecas y promoción de la lectura, José Clavijo, aunque hace notar que “afuera aún existen muchas barreras. En las góndolas de los supermercados, en los restaurantes (que deben tener cartas en braille), en los organismos públicos (que tienen que respetar un cupo de empleados con discapacidad), aún no se cumplen las normativas, ni siquiera se cumple en todos lados con la obligación de tener rampas”, subraya.
Por ello, Rojas cree que la integración puertas adentro lentamente ayudará a que la gente tome conciencia.
Quien no necesita tomar conciencia es María Teresa Osicka. Ayudar está en su ADN. Voluntaria de Cáritas y de un hospital, ni bien se enteró de que se necesitaba ayuda en la biblioteca Braille, se presentó.
El viernes al mediodía, María Teresa tenía en sus manos el clásico “Mujercitas”, y lo leía en voz alta para que Gabriela Franchi, no vidente, fuese corrigiendo los textos en braille antes de que pasen a la imprenta y se conviertan en libros que luego irán a escuelas, bibliotecas populares o en préstamo a casas de familia.
“Lo importante es estar anotada allí donde a una la pueden llegar a necesitar, porque algún día te llaman”, dice Teresa y afirma que “aquello que se hace a cambio de nada es lo mejor, es lo que se hace con más gusto, hacés bien y te hacés bien”, comenta.
Otros, en el estudio de grabación, le ponen voz a los audiolibros. Que ahora “se han convertido en algo que está en sitios virtuales al alcance de todo el mundo”, apunta Rojas, y hace notar que mediante las nuevas tecnologías se mejoró mucho el registro de voz “en comparación con los viejos cassettes”, por lo que un nuevo elemento que tuvieron que incorporar a las convocatorias de voluntarios son las pruebas y las selecciones de lectores.
“Biblioteca Braille, Digital y Parlante”. Hasta le buscaron un nuevo nombre. Porque ya es un lugar para que vayan todos. Y de hecho, así lo hacen desde vecinos hasta docentes que dan talleres gratis. Talleres donde se juntan e integran no videntes y videntes. Al menos adentro, todo es como debe ser.
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