Tosca, la diva de los ojos negros

Por

Nicolas Isasi

Buenos Aires Lírica ofrecerá mañana, a las 18, en el porteño Teatro Avenida, la última función de una de las obras cumbres del famoso compositor italiano Giacomo Puccini. Estrenada el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Italia, fue la primera ópera del siglo XX. Al final del primer acto, la escena del Te Deum causó una ovación y Puccini realizó siete salidas. En Argentina se estrenó el 16 de junio de 1900 en el Teatro de la Ópera ubicado sobre la calle Corrientes, donde ahora se encuentra el Opera Citi.

La escenografía consta de múltiples proyecciones tanto en el tul de boca como en el fondo que generan mayor profundidad en un espacio desprovisto de objetos concretos. Uno de los elementos más atrayentes es el tapete que simboliza el piso de mármol de la iglesia donde luego habrá un alfombrado rojo durante el segundo acto. Las proyecciones son fieles y realistas de los escenarios verdaderos donde transcurre la obra, pero como en tantas otras veces caen en la literalidad de aquello que piensan los personajes y pierden interés. El vestuario diseñado por Stella Maris Müller es impecable y representa de forma clara la época planteada desde la puesta, que coincide con la pautada en el libreto. La orquesta se mostró algo desencontrada en el comienzo, sumado a leves desafinaciones que se corrigieron para el dúo del pintor y la famosa actriz. La dirección de Javier Logioia Orbe fue correcta de principio a fin.

“El misterio del arte funde bellezas tan diferentes” dice Cavaradossi (interpretado por Enrique Folguer) al pensar en Tosca (Mónica Ferracani), quien entra con un vestido rosa de forma lenta por el proscenio. Pocos personajes malvados de la ópera están representados musicalmente con tanta perversión como Scarpia. Su leitmotiv es contundente y sus parlamentos colaboran con un ser despreciable a la vez que tirano. Homero Pérez-Miranda es el encargado de llevar a cabo este personaje con una interpretación que quizás no fue del todo profunda, si bien tuvo un buen desempeño en el campo vocal. La elección de Sergio Spina interpretando al temible secuaz Spoletta fue un acierto por el phisic du rol, tratándose de un personaje malévolo aunque secundario. En el segundo acto prevalece el rojo por sobre todos los elementos escenográficos, y la luz jugará un papel importante contrastando a los personajes del fondo.

El aria “E lucevan le stelle” era otra de las esperadas y superó con creces las expectativas siendo ovacionada incluso antes que finalice la música. El dúo final en las voces de Ferracani y Folguer, superó enormemente al del primer acto tanto en términos dramáticos como musicales.

Giacomo Puccini
Mónica Ferracani
Te Deum
Teatro Avenida

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