Crece en el país el uso de medicamentos biológicos

Se los utiliza cada vez con más frecuencia para tratar la psoriasis y otras enfermedades de la piel

Definida por muchos como la revolución farmacológica del futuro, la utilización de medicamentos biológicos en nuestro país crece a pasos agigantados y ya produce avances notables en la lucha contra enfermedades como diabetes, asma, algunos tipos de cáncer y artritis reumatoidea. ¿Pero qué son, exactamente, los llamados biofármacos?

En líneas generales, se reconocen dos tipos de medicamentos: los sintéticos y los biológicos, que están hechos a base de organismos vivos y ADN, como por ejemplo las vacunas.

Según un informe reciente difundido por el sector farmacológico, la FDA de Estados Unidos -una de las máximas autoridades en regulación del mundo- aprobó un 40% más de medicamentos biológicos en 2014 respecto al año anterior.

Básicamente, los medicamentos biológicos son sustancias terapéuticas semejantes a las proteínas humanas y, como se dijo, representan de un tiempo a esta parte un avance de gran trascendencia para la vida de muchos pacientes con enfermedades crónicas y con pocas alternativas terapéuticas a disposición, como por ejemplo algunos tipos de cáncer, enfermedades de la sangre, trastornos neurológicos y enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la psoriasis.

“A medida que los especialistas se van familiarizando con las nuevas medicaciones y los pacientes perciben sus resultados el uso de biológicos crece, sobre todo también por sus escasos efectos secundarios”, asegura Pablo González, jefe de Dermatología del Cemic, quien los destacó además como una buena opción en el tratamiento de la psoriasis moderada a severa.

En psoriasis, de hecho, están indicados como segunda línea de tratamiento, es decir luego de que haya fallado la indicación de las drogas convencionales y en pacientes que hayan tenido complicaciones o no puedan recibirlas.

EN TRATAMIENTO

Hasta hace pocos años existían tres tipos principales de tratamientos para esa enfermedad cutánea: el tópico, aplicado sobre la piel, como corticoides, alquitranes o retinoides, generalmente indicados en casos de psoriasis leve; la fototerapia o luz ultravioleta aplicada sobre la piel, utilizada para psoriasis moderada a severa, y la terapia sistémica, de toma oral, como metotrexato, retinoides o ciclosporina.

“Si bien los pacientes con psoriasis moderada a severa pueden tratarse con fototerapia o terapia sistémica durante un período corto, el uso prolongado de esos tratamientos a menudo queda limitado por cuestiones vinculadas a la toxicidad, intolerancia o la necesidad de monitoreos frecuentes de laboratorio para detectar daño hepático renal”, apuntó González.

El dermatólogo enfatizó que “afortunadamente hay desde hace algunos años medicamentos biológicos, cuya eficacia y seguridad se basan en la acción específica que tienen en el sistema inmune, regulando las alteraciones de la enfermedad inflamatoria y respetando los mecanismos inmunológicos normales de defensa del organismo”.

En cuanto a los períodos de tratamiento, el experto apuntó que “se debe tener en cuenta que estamos frente a enfermedades crónicas, por lo que los mismos deben ser continuos y mantenerse en el tiempo. Algunos pacientes que los discontinúan suelen tener una recurrencia de la enfermedad, que habitualmente se controla al reiniciar la medicación”.

Además de la psoriasis, la urticaria crónica espontánea, la hidradenitis supurativa, el pioderma gangrenoso y el lupus son otras enfermedades de la piel que pueden beneficiarse con el uso de esos medicamentos, que a diferencia de los tradicionales, que se obtienen mediante síntesis química, son productos obtenidos a partir de células vivas por ingeniería genética que actúan sobre los blancos moleculares específicos implicados en los procesos inflamatorios.

Se considera que las drogas biológicas más antiguas son las vacunas, que se aplican a personas sanas y generan defensas (anticuerpos) que actúan protegiéndolas ante futuros contactos con los agentes infecciosos.

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