“El 7-1 no se olvida más”, cantaron los argentinos, pero...

A los simpatizantes locales les importó poco y se quedaron con el festejo en el Estadio Mineirao

En los tiempos de tecnología con celulares ultra inteligentes, cámaras y computadoras cada vez más avanzadas, en la actualidad de cracks adorados o despedazados en redes sociales como Lionel Messi y Neymar, la memoria no se rinde cuando se habla de Diego Maradona y Pelé.

La previa del superclásico sudamericano por Eliminatorias entregó un color más verdeamarillo que albiceleste, por razones obvias, en las calles cercanas al Mineirao, el escenario del 7-1 de Alemania y que después de ocho partidos fue utilizado por el seleccionado local.

Esta vez, parafraseando a Joaquín Sabina en la canción “De Dieguitos y Mafaldas”, el colectivo no salió desde González Catán con destino a la Bombonera, sino que el avión partió desde Ezeiza con arribo en Belo Horizonte para dirigirse al Mineirao.

Los torcedores recordaron bajo el sol de Belo Horizonte al archirrival con cánticos que tuvieron como eje la burla a Maradona y el elogio a Pelé, dos de los futbolistas más geniales que el planeta observó en la historia.

Los argentinos, que transitaron por otro camino con dirección a la tribuna oeste superior, escucharon a lo lejos y contestaron, recordándoles el 7-1 sufrido ante Alemania en el último Mundial. Esta vez, Diego fue alabado y Pelé fue eje de bromas, con el recuerdo cada vez más lejano de la obtención de la Copa del Mundo en México ‘86 y otros menesteres.

Los carteles ubicados detrás de los arcos en el Mineirao dieron a conocer que Pelé fue el primer futbolista brasileño en convertirle tres goles a la Argentina.

La despedida del sol originó el despertar de la luz artificial del Mineirao con más avisos al hincha brasileño de las mismas pantallas que exhibieron goles brasileños en el Superclásico: “Vamos a celebrar con respeto entre nosotros. Los argentinos son sólo nuestros adversarios”.

Por supuesto, el duelo dialéctico entre los hinchas no se hizo esperar con “7 a 1” del lado de los argentinos (como recuerdo de la goleada alemana en el Mineirao) y el grito de “Pentacampeón” de los torcedores.

A la salida de los equipos, un sector de la hinchada brasileña desplegó mosaicos que formaron la palabra “Brasil”, en la parte superior, y cinco estrellas, en la bandeja inferior, en un esfuerzo en conjunto de espectadores y la Confederación Brasileña de Fútbol.

Si bien se solicitó respeto, el Himno argentino fue silbado desde los cuatro costados que dejó por sentado que en el Mineirao se respiraba clima de superclásico. Cuando se escuchó el himno local, los aplausos y gritos elevaron el índice de sonoridad a niveles insospechados.

El costado “amigable” del superclásico se produjo segundos antes de empezar el partido con el abrazo sentido de Messi y Neymar, mientras se dijeron, entre risas, cosas tapándose la boca, en una marca registrada de los jugadores actuales, pero en un gesto que por una cuestión generacional no pudimos ver entre Maradona y Pelé.

El trámite del partido, favorable para el local, terminó con el festejo de los jugadores y el público local, y la desazón de los argentinos.

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