Moonlight y Hermia y Helena en el 31°Festival Internacional de Cine de Mar del Plata



Moonlight de Barry jenkins

 Es un gran plano secuencia. Juan, un afroamericano pandillero baja de su excéntrico auto para controlar la venta de uno de sus empleados. Ahora la cámara no para de girar en torno a ellos. Parece empezar una nueva versión del GTA sino fuera por las perfectas actuaciones, nuestros personajes son reales, y por el hábil despliegue ya que al girar se va alternando el foco a cada personaje. Sutilmente, muy lejos, fuera de foco, vemos pasar otro afroamericano en cuero y con jeans. El dealer empleado grita “¡Sí, agarrenlo!”. Ya estamos en el bajo mundo, negros, drogas y armas, pero en realidad esta película no es sobre Juan, se trata de Chiron, y no es una película de pandilleros, es una de amor. Chiron es un niño discriminado. Es tímido y sus compañeros de escuela le gritan “maricón”. Salvo uno, que lo incita a pelear para que Chiron demuestre su valentía. Pero empieza la pelea y los planos se hacen densos, el clima también; algo ha sucedido. Ya adolescente Chiron y su amigo tienen un hermoso encuentro sexual, pero fugaz. Los años pasan, ahora Chiron es lo que debía ser, se ha convertido en Juan, un traficante. Pero nunca dejará de pensar en ese encuentro. No es que el amor se mas fuerte dice Moonlight, sino que, el deseo es inquebrantable, a pesar de que tu madre sea adicta al crack, tu protector sea un dealer macho y pandillero, el deseo no se acobarda, no puede elegir acobardarse. El amor no gana, sino que nos gana el deseo.

 

Hermia y Helena de Matías Piñeiro

Matías Piñeiro cuenta que le empezó a interesar este tipo de cine cuando empezó a ir a festivales y no entendía nada. Libre adaptación de Sueño de una noche de verano de Shakespeare, Hermia y Helena trata sobre el viaje de Camila a Nueva York. Seguramente con influencia de las proyecciones en festivales del cine de Chantal Akerman, aquí un viaje, una habitación, una casa, el dejar una casa, entrar en otra, pueden ser un mundo. El plano de una valija vacía puede ser tan apasionante como misterioso. Y cada vez más cuando, cada tanto, por capricho, se vuelve, insistente y anacrónicamente, al pasado para convertir en relato lo que antes era baladí.


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