La maestra baleada en Berisso dejó el hospital

Tras permanecer 25 días al borde de la muerte, Micaela Salvatore recibió ayer el alta en el Larraín

El sábado 2 de abril, poco después de la diez de la noche, Micaela Salvatore volvía a su casa en Berisso cuando fue interceptada por una moto en la esquina de 13 y 160. Los comerciantes de la zona aseguran que la escucharon gritar. “No me mates” suplicó a su agresor, que no tuvo piedad. Tras dispararle en el pecho a quemarropa, el asaltante huyó sin llevarse nada. Media hora mas tarde, la joven ingresaba al Hospital Larraín “clínicamente muerta”. En medio de la epidemia de inseguridad, su caso podría haber pasado por uno más, pero no fue así.

Por alguna razón, el drama de Micaela sensibilizó a toda una comunidad que se movilizó para acompañarla de una forma nunca antes vista. Y ayer le dieron el alta.

Tras permanecer treinta y un días en el hospital, veinticinco de ellos inconsciente, Micaela Salvatore (30), que trabaja de maestra en un jardín de Los Hornos, pudo volver ayer a su hogar. Muchos de los médicos y enfermeras del Larraín se acercaron a su habitación a despedirla con la alegría de haber vivido de cerca su batalla contra la muerte.

Y es que cuando Micaela ingresó aquella noche al hospital en una ambulancia que la recogió de la calle, “ya había perdido la mitad de su sangre. La bala, que le pasó al lado del corazón, le produjo una lesión muy seria en la pleura, dos lóbulos pulmonares y una arteria toráxica”, detalló ayer el doctor Alfredo Zanaroni, director ejecutivo del Larraín al explicar que pese a que la joven fue operada en el acto, pasaron muchos días antes de que pudieron decirle a la familia que iba a sobrevivir.

Pero no fueron sólo los médicos y enfermeras del Larraín quienes se identificaron de inmediato con el drama de la joven maestra. Horas después de que la operaran comenzó a circular por las redes sociales una convocatoria solidaria para reunir dadores de sangre de tipo RH Negativo, y la cantidad de voluntarios que acudieron al Instituto de Hemoterapia de nuestra ciudad a donar casi duplicó a la habitual.

Si bien muchos de ellos se presentaron sabiendo que tenían ese raro tipo sanguíneo para ofrecer; otros lo hicieron sin estar del todo seguros pero con la intención de colaborar igual. Cuentan los empleados del Instituto que entre las personas que acudieron hubo quienes “ni siquiera se acordaban el nombre de la paciente; simplemente decían: `vengo por la maestra”.

“A pesar de que en ningún momento pedimos nada, un montón de gente se movilizó para ayudar a Micaela. Y no sólo por las redes sociales. Nos han contado que hubo personas que subían a los colectivos para pedirle a los pasajeros que si tenían sangre de tipo negativo fueran a donar por mi hermana. Todos los días llegaba gente al hospital para averiguar cómo estaba, llevarle regalos, dejarle cartas, practicar reiki y hasta hacer cadenas de oración”, asegura Mariela Salvatore.

Fue tal la cantidad de desconocidos que se acercaban a su cuarto para solidarizarse con ella y darle fuerza, que una de las primeras cosas que preguntó Micaela a sus padres cuando le quitaron el respirador artificial fue si por alguna razón se había vuelto famosa.

“Creo que muchas personas vieron en Micaela a una hija, una hermana, una amiga, la maestra de sus hijos... alguien con una existencia común que en un segundo pudieron haberle arrebatado la vida. De otra forma no se explica cómo habiendo tantos hechos de inseguridad el de mi hermana no pasó como otro más”, comenta Mariela.

Enormemente agradecida por la reacción de la comunidad, la familia de Micaela pidió “agradecer especialmente a la gente del Larraín que, con poco o mucho, le salvaron la vida, pero también a todos los que se movieron para ayudarla, muchos sin siquiera conocerla, por pura solidaridad”.

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