Hospitales en emergencia: falta de médicos, penosas esperas y deterioro edilicio
| 14 de Agosto de 2016 | 01:24

Por OMAR GIMENEZ
Pasadas unas horas de espera en el hall del Hospital San Martín es difícil encontrar una posición cómoda, aún para los que están sentados en las sillas disponibles, aún para los que, ahí mismo, se las arreglan y duermen. Entre los que están parados algunos se acuclillan un rato cuando las piernas no dan más o se sientan en el piso. Laura Ruiz (32) está entre las que esperan de pie. Llegó a las cinco de la mañana desde Pehuajó. Viajó más de 400 kilómetros en combi buscando un turno para una resonancia magnética y ni siquiera sabe si lo obtendrá. “Cuando me dijeron que tenía que hacerme una resonancia llamé por teléfono al hospital, me pareció lo más lógico. Me informaron que los turnos sólo se daban personalmente. Y acá estoy, haciendo la fila, esperando que empiecen a repartir los números. Pero tengo mucha gente adelante y aunque vine tan temprano, no sé si lo voy a conseguir”, dice angustiada.
En la misma sala espera Viviana Borba, una estudiante de profesorado de Matemáticas de 28 años, que salió apenas pasada la medianoche de Florencio Varela para llegar a la madrugada al hospital. Busca un turno para Odontología y cuenta con ansiedad los pacientes que tiene adelante: “Es que sólo dan diez turnos”, dice y agrega que, cada vez que va, las esperas se extienden entre cuatro y cinco horas.
En otro hospital, el de Melchor Romero, la cola es sensiblemente más larga. Entre los que esperan está Angel Medina (36), un trabajador de la construcción que llegó a las 4 y media de la madrugada. Es la tercera vez que hace la misma fila en los últimos días buscando un turno para Clínica Médica. Para frenar la racha de frustraciones, esta vez llegó más temprano.
En la ventanilla donde se dan los turnos hay carteles que conviene leer apenas se llega. Uno de ellos anuncia que “Neumonología no atenderá hasta nuevo aviso”. Alguien del hospital explica que el especialista se jubiló y desde entonces nadie lo reemplaza. Situaciones parecidas se viven en otros servicios, de ese hospital como Urología o Nefrología. Un hombre con expresión cansada habla de lo que cuesta pasar todas esas horas esperando un turno incierto “sin un baño en condiciones”. No exagera. El baño de ese sector es un compartimento oscuro e inundado donde muchos prefieren no aventurarse. Cerca de allí, en el pabellón de Agudos del sector de Salud Mental, los profesionales se acostumbraron a convivir con el miedo al derrumbe de un techo averiado, exhausto. Cuando llueve, los pasillos se llenan de baldes y tarros que no alcanzan para evitar los charcos en el piso y el barro constante derivado del ir y venir de profesionales y pacientes. Asomándose al fondo del pasillo, un perro blanco y negro se suma al paisaje desolado.
Estas situaciones, registradas en una recorrida por distintos hospitales de la Región, ilustran la profunda crisis que atraviesan los hospitales bonaerenses y que se expresa en severos problemas de infraestructura, penosas esperas, falta de personal, servicios que no funcionan y cirugías programadas que se atrasan.
La ministra de Salud Zulma Ortiz dice que “de los 79 hospitales bonaerenses 53 se encuentran en estado crítico”. Que así los encontró al asumir. Y que se requiere una inversión de 18.000 millones de pesos para arreglarlos.
En tanto, el director de Hospitales, Leonardo Busso, dijo a este diario que demorará entre 8 y 10 años la recuperación. Y que se encarará a partir de un programa que atenderá a distintos ejes, entre ellos la recuperación de la infraestructura, la incorporación de personal, de aparatología y de tecnología en sistemas, lo que aliviaría el problema de los turnos.
La infraestructura es uno de los problemas en los que se hace hincapié tanto desde el ministerio como desde las asociaciones de profesionales. En el primer caso, destacan que uno de los cuatro hospitales en situación más crítica de la Provincia está en el Gran La Plata: es el Alejandro Korn de Melchor Romero.
En una recorrida realizada durante el último miércoles se pudo constatar en ese nosocomio la presencia de techos destruidos, baños inundados, basurales en los patios, equipos rotos en los pasillos, paredes descascaradas y cableados sueltos, entre otras deficiencias.
Laura Costanzo, presidente de la seccional Romero de la Cicop (la entidad que nuclea a los profesionales de la Salud) contó que el sistema eléctrico del hospital está sobrecargado y que la calefacción depende de un sistema obsoleto.
“Como consecuencia de estos factores y de la falta de insumos, en el mes de mayo se cerraron los quirófanos por riesgo de electrocución de las paredes y se salió de urgencia a comprar frazadas para los internos”, indicó la profesional.
El cierre de servicios también se constata en otros hospitales, como el San Martín (ver “Cirugías...”).
Para Costanzo, “se trabaja todos los días en ambientes helados, con goteras, filtraciones, charcos y baños en mal estado. Son los propios médicos los que tienen que comprar elementos de higiene básicos como jabón y papel higiénico y eso pasa en todos los hospitales. En este marco, uno de los riesgos más importantes, es que esta situación cotidiana se naturaliza y empieza a parecer lo normal”.
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