Adiós al cineasta local Julio Otero Mancini

Fue uno de los grandes precursores del cine en formato Súper 8. Tenía 71 años

El cineasta platense Julio Otero Mancini falleció semanas atrás a los 71 años, dejando una fecunda trayectoria de más de medio siglo. Reconocido como uno de los grandes precursores del cine en formato Súper 8, su muerte, provocó un profundo pesar en la colonia cinematográfica local.

De orígenes amateur, sus experimentos con el uso del sonido y aplicación de nuevas técnicas sedujeron a la vanguardia cultural que, por esos días, se reunía en el Instituto Di Tella. Máximo exponente de la Peña Foto Cine 8mm de La Plata, sus cortometrajes rompieron los cánones de la época, desafiando los parámetros establecidos, basándose en su intuición.

Exponente del circuito independiente local, Otero Mancini fue autor entre otras piezas de “Boomerang” (1976), un cortometraje provocador que, con los coros del guitarrista Skay Beilinson, fue realizado como respuesta a la violencia de la época. Con este valiente proyecto, ganó el Primer Premio en el primer Concurso de Cine Experimental-Instituto Goethe de Buenos Aires, además de varios galardones internacionales.

Reconocido integrante de la Peña Foto Cine 8mm de La Plata, un espacio desde donde supo cómo capitalizar “sus orígenes amateurs para convertirse en un verdadero cineasta independiente, logrando una obra autoral en Súper 8, inventando sus propios mecanismos y estéticas, desafiando cualquier limitación del soporte tanto a nivel técnico como expresivo”.

Esta característica creativa no vino sola: su abuelo, por caso, fue un relojero del que aprendió los principios de la mecánica, lo que lo llevó de chico a experimentar con motores, cables y latas, elementos con los que nació su vocación.

En 1965, hacía apenas un año que había terminado el secundario, bajo el título de Perito Mercantil, sin embargo a Julio era otro el camino que lo seducía, muy a pesar de su mamá, que quería que fuera contador y que lo imaginaba trabajando en un banco.

De a poco se fue volcando al campo sonoro a partir de composiciones electroacústicas.

“Estudié en el Conservatorio Provincial de Música y me integré al Grupo de Música Contemporánea junto con los maestros Jorge Blarduni y Luis Zubillaga. Era el reino de la grabación magnetofónica, de esos rollos de cinta magnética que pasaban velozmente. En el ’67 me recibí de técnico en electrónica y con mis conocimientos de relojería y audio ideé distintos dispositivos electromecánicos para lograr efectos expresivos”, recordó en mayo del año pasado, en una entrevista con Lazos de la Red Mayor.

IRIS SCACCHERI

Se podría decir que su debut fue, junto al realizador Jorge Kahan, en una filmación sobre la bailarina Iris Scaccheri, quien, en esa época, rompía con todo lo establecido en el mundo de la danza. En 1982, y enterada la artista de todo el recorrido que para ese entonces ya había hecho Julio en el campo audiovisual, lo convocó para que realizara un documental sobre su carrera. Y él no dudó en decirle que sí. La única condición que le puso fue una única jornada de filmación, de 10 a 10, en su estudio platense de la calle 10, sin excepción. Y así lo fue. Este fue el único documental que se hizo sobre la destacada artista local.

Entrando en la década del setenta, los artistas Luis Pazos y Jorge de Luján Gutiérrez lo convocaron para hacerse cargo de la banda de sonido de “Experiencias ´69”, un proyecto que incluía más de doscientas diapositivas que habían sido tomadas por Chispa Estévez. Gracias a ese trabajo, que le valió elogios dentro del universo cultural que se concentraba en el Instituto Di Tella, el nombre de Julio comenzó a trascender.

“Inventado sus propios mecanismos y estéticas, desafiando cualquier limitación del soporte tanto a nivel técnico como expresivo; animación, documental, ciencia ficción, experimental, todo al mismo tiempo o por separado, los cortos de Otero Mancini multiplican la experiencia audiovisual desde una libertad radical, desde una originalidad incorruptible”, escribió sobre él Diego Trerotola en el catálogo oficial del Bafici, festival que le rindió homenaje en 2011 con una retrospectiva de su fecunda obra.

En sus cincuenta años de trayectoria, Julio, quien también se recibió de escenógrafo, ha realizado elogiados cortometrajes, destacándose, además de “Boomerang”, otras producciones como “¿Y ahora qué?”, “Aprendizaje”, “Maquillaje”, “Súper transfer”, “Hiroshima final” y, entre otros, “Las calles de mi ciudad”, obra por la que fue becado para ir a recibir a Francia el premio Malthete Melies.

Además, entre 1990 y 1994 realizó cinco destacados documentales en escuelas rurales de la provincia de Jujuy y, entre otras de las perlas que brillan en su carrera, se encuentra la Dirección de Medios Audiovisuales en la primera muestra del potencial cultural y turístico del país, realizado a bordo de la Motonave Lago Argentino en la Costa Oeste del Golfo de Guinea, Africa, en 1970.

Retirado de la actividad desde hacía algunos años, Otero Mancini, sin embargo, no perdió su chispa creativa porque, como aseguró tiempo atrás, “la creatividad no se jubila”. Así, sus últimos años, en los que disfrutó al máximo la jubilación (etapa a la que definió como “la mejor de la vida”), encabezó en el jardín del bello hogar del Barrio Hipódromo que compartía con su señora Estela un proyecto de reutilización de objetos que consistía, según sus palabras, en “no sólo sacar de la calle cosas que no se usen sino tomarlas y volverles a dar vida pero con un valor agregado”.

“Ahora hago estas cosas, juego, retomando lo de la niñez -reflexionó en una de sus últimas entrevistas-. Y como dijo Enrique Mariscal, que venía a descontracturar mentalmente a los que estaban con las leyes, uno debería nacer jubilado, porque quién te garantiza que uno, cuando tenga la edad para jubilarse, va a seguir teniendo esa idea de hacer tal cosa que ahora quiere. Si no sabemos lo que va a pasar en veinte minutos, menos vamos a saber lo que sucederá en veinte años. ¡Hay que hacer lo que a uno le gusta! Si estamos pensando en lo que vamos a hacer cuando llegue el momento, todo eso lo pierde de vida. Y yo, en mi vida, sólo hice lo que me gustaba”.

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