Laika, la perra que hizo historia en el espacio
Edición Impresa | 4 de Noviembre de 2017 | 02:47

Laika, una perrita recogida en las calles de Moscú, se convirtió hace ayer 60 años en el primer ser vivo en orbitar la Tierra en un histórico vuelo sin retorno que abrió las puertas del espacio a la humanidad.
Había transcurrido apenas un mes desde el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial de la Tierra, y los científicos soviéticos ansiaban conocer cómo se comportaría un ser vivo en condiciones de ingravidez, con vistas a enviar a un hombre al espacio. Con anterioridad se habían realizado experimentos con animales, con monos en Estados Unidos y perros en la Unión Soviética, pero solo en vuelos suborbitales.
Debido al diseño del Sputnik 2, el perro debía pesar entre 6 y 7 kilos, ser callejero -los de raza no son tan resistentes- y de piel clara, ya que los expertos consideraban que se le vería mejor en las imágenes de los monitores. Por razones de espacio e higiene se daba preferencia a las hembras: a diferencia de los machos no levantan la pata para orinar, lo que facilitaba la colocación de un sistema sanitario. Era un vuelo sin retorno: el diseño del aparato, que contaba con un dispensador de comida y un sistema de regeneración de aire calculado para siete días, no permitía su regreso a la Tierra.
“Lo importante era hacer todo para el futuro vuelo del hombre al espacio, Había que ensayar, hacer sacrificios. Pero antes del vuelo de Laika incluso yo lloré. Todos sabíamos que moriría y le pedimos perdón”, recordó la doctora Adilia Kotovskaya. Durante los primero minutos de vuelo los científicos detectaron una brusca aceleración del pulso y de los movimientos respiratorios de Laika, pero poco a poco sus parámetros fisiológicos se normalizaron. Sin embargo, pocas horas después, la temperatura en el interior de la cápsula subió hasta más de 40 grados centígrado y provocó la muerte a Laika tras dar cuatro vueltas a la Tierra. Las autoridades soviéticas decidieron ocultar este hecho y durante una semana informaron del estado de salud de Laika, como si si su vuelo transcurriera sin incidencias, hasta que comunicaron que la perra, ya una celebridad, tuvo que ser sacrificada.
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