Tercera edad: el miedo a renguear

Edición Impresa

Por Dr. Norberto Furman

Doctor en Kinesiología y fisiatría 

Lo peor que le puede pasar a una persona cuando tiene algún defecto físico es soportar a todo el mundo preguntándonos que nos pasa, desde cuando lo sufrimos o que estamos haciendo para solucionarlo.

Dentro de las afecciones que más motiva estas molestas situaciones está la renguera, esa marcha alterada, que caracteriza a distintas afecciones, la gente le teme mucho a no poder caminar sin llamar la atención pero los músculos o articulaciones de nuestros miembros inferiores hacen de las suyas, una persona renguea por lesiones en la zona de la cadera como ser la artrosis de la articulación o deficiencias del músculo glúteo medio que da una marcha característica de inestabilidad de pelvis, un bamboleo en cada paso que obliga al individuo a compensar con la columna ese caminar pendular y asimétrico, otra forma de renguear es cuando un paciente tiene una pierna más corta que la otra pero esta diferencia para que sea notable deberá superar los 5 cm.

La rodilla es otra causa importante de alteraciones de la marcha y en estos casos los meniscos y la artrosis se llevan el primer puesto ya que el paciente se ve obligado a no apoyar normalmente la pierna afectada para dar el paso de la pierna sana más rápido que de costumbre, las lesiones del pie, las fracturas, las cirugías, las lesiones neurológicas como ser hemiplejías o parálisis del nervio ciático cierran la larga lista.

Cuando la marcha es inestable existen riesgos de caídas, de fracturas o de agravamiento de la misma afección, en esos casos es preciso implementar una adecuada rehabilitación de la marcha o el equilibrio, se puede disimular también una renquera dando los pasos asimétricos, o sea un paso más corto con la pierna sana para compensar el tiempo menor de apoyo del lugar dolorido pero esto requiere de un gran entrenamiento, también el uso de un taco más alto que otro disimularía una marcha inadecuada y en ciertos casos se requiere el uso de bastones.

A la gente no le gusta usar bastones, dicen que es de viejos o es antiestético, se rechaza sin entender que ese bastón puede salvar al paciente de una inevitable caída, cuando se quiere esquivar su uso el individuo se va apoyando donde puede, en las paredes, en los muebles, o se sostiene de alguien a quien usa de muleta.

Piense que a determinada edad una caída se paga con una cirugía y le guste o no después de ella deberá usar el tan mentado bastón. No tenga miedo a renguear, nadie es perfecto y el dolor o los riesgos son suyos y no de quien la mira.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE