El lado oscuro de la final copera: insultos, gas pimienta y burlas de mal gusto

"Es el folklore de una final de Copa", suele justificarse. Sin embargo, el comportamiento de los torcedores del Flamengo, que desde ayer se pusieron como objetivo hacerle imposible la estadía al plantel de Independiente, escaló a niveles violentos. Mientras, la Conmebol (y la policía brasileña) brilla por su ausencia.

Desde ayer a la tarde, jugadores y cuerpo técnico del Rojo de Avellaneda sufrieron en carne propia el acoso constante de los hinchas del "Mengo", el equipo con más hinchas del país vecino.

Pedradas al colectivo, insultos varios y bromas de pésimo gusto (como una imagen de un submarino con el escudo del club, en referencia al ARA San Juan) , fueron algunas de las constantes agresiones por las que la dirigencia del club argentino pidió sanciones. "Fue un desastre, una pesadilla. Tiraron bengalas y bombas de estruendo", resumió  Franco Vélez, arquero suplente de Independiente que no pudo prácticamente pegar un ojo anoche.

Mediante una carta presentada a las autoridades de la Conmebol, los directivos de Independiente pidieron que se garantice la seguridad en el estadio Maracaná: "La responsabilidad por la conducta de los simpatizantes como por el deficiente operativo de seguridad recae sobre el club Flamengo".

Por este motivo, se solicitó a la Unidad Disciplinaria de Conmebol que "de modo urgente" se garantice la "seguridad" de la delegación y de los hinchas "antes, durante y después" del encuentro.

A su vez, Independiente reclamó la "apertura de un procedimiento" disciplinario contra Flamengo y que "se impongan las sanciones que los hechos señalados ameritan".

Por último, el club presidido por Hugo Moyano advirtió que podría "ampliar la denuncia" con pruebas en caso de que la Unidad Disciplinaria no actúe de oficio.

Sin embargo, todas las denuncias cayeron en un "saco vacío". Hoy, los jugadores fueron nuevamente recibidos con pedradas al arribar al estadio. Y al descender del micro, un grupo de hinchas los roció con gas pimienta.

Mientras todo eso ocurría, quienes deberían prever y actuar, se dedicaron a ser meros observadores.

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