Envenenan a cuatro perros para entrar en una casa de El Peligro

La familia fue a cenar y volvió tarde. Los intrusos se fueron sin robar. Es la tercera vez en dos años

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Un repentino cambio de planes salvó antenoche a una familia platense de sufrir el tercer asalto violento en menos de dos años en su casa de campo del barrio El Peligro, aunque las víctimas fueron cuatro perros a los que los intrusos les dieron comida envenenada e igual número de pajaritos que ingirieron el mismo alimento.

La historia empezó pasadas las 8 de la noche del viernes, cuando los dueños de esa propiedad situada en ruta 36 y 438 decidieron que era una buena idea salir a cenar a un restaurante, contó Walter, responsable de una carnicería en La Granja.

El comerciante sospecha que los delincuentes llegaron un rato después de que él y su familia salieron y que permanecieron en el lugar “entre las 9 de la noche y la 1 de la mañana” de ayer, esperándolos a ellos. “Al final, se fueron sin robar nada”, aseguró Walter, quien presume que los ladrones abortaron el plan especulando con que los dueños de la propiedad no volverían. “Habrán pensado que nos fuimos de viaje; quién sabe”, analizó. Lo concreto es que los intrusos tenían interés de reducir a las víctimas, seguramente para sacarles dinero.

Walter recordó que los dos robos anteriores fueron bien distintos: “El primero fue el 31 de diciembre de 2015, cuando entraron encapuchados, nos golpearon y nos robaron”. Algo similar ocurrió el 19 de octubre pasado, aunque entonces “fueron aún más violentos. Nos pegaron y mi mujer estuvo internada en una clínica 18 días, cuatro de ellos en terapia intensiva”.

Aunque el viernes no pudieron robar, los asaltantes causaron mucho daño, ya que “rompieron el alambrado que está detrás de la casa y nos mataron cuatro perros, dándoles chorizos envenenados. La misma comida comieron dos horneros y dos calandrias, que también murieron”, lamentó Walter.

Los animales quedaron tirados en las 6 hectáreas de campo de las víctimas: “Tres perros eran de la calle, entre ellos un cachorrito de 6 meses, y un doberman de 6 años al que ya habían envenenado con pollo en el asalto de octubre; pero esa vez lo pudimos salvar”.

Walter está convencido de que en todos los hechos actuó la misma banda, pero no está convencido de mudarse. “Nos gusta este lugar. Lo que queremos es vigilancia policial, sobre todo de noche. En dos años hubo en esta zona 22 entraderas y ninguna fue esclarecida. La desprotección es grande”, cerró.

 

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