Impecable tragicomedia

Edición Impresa

Por Irene Bianchi

“Bajo terapia”, de Matías del Federico. Adaptación: Daniel Veronese. Elenco: Héctor Díaz, Flor Dyszel, María Figueras, Darío Lopilato, Melina Petriella, Carlos Portaluppi. Escenografía: María Oswald. Vestuario: Valeria Cook. Iluminación: Marcelo Cuervo. Asistente de dirección: Romina Lugano. Dirección: Daniel Veronese. Dirección de producción: Sebastián Blutrach. Teatro Municipal Coliseo Podestá.

Leemos en el programa de mano que “Bajo terapia” es la primera obra de teatro que escribe Matías del Federico, con la que ganó el concurso “CONTAR 1”, primera feria teatral organizada por AADET (Asociación de empresarios teatrales), AAA (Asociación Argentina de Actores), y ARGENTORES, con el propósito de estimular la presencia de obras de autores nacionales en el circuito comercial.

Tras ver esta pieza, en un Coliseo Podestá colmado hasta el “gallinero”, le auspiciamos al joven santafesino un futuro rutilante como dramaturgo, ya que lo primero que salta a la vista es la excelencia de su producto.

“Bajo terapia” aborda temas muy espinosos, como la violencia de género, las adicciones, la convivencia, los celos enfermizos, la infidelidad, la crianza de los hijos, el machismo, la violación, a pesar de lo cual nunca deja de ser una comedia, negrísima por momentos, hilarante casi siempre.

Claro que el gran aliado de Del Federico es la brillante adaptación y dirección de Daniel Veronese, quien le imprime a su puesta un dinamismo arrollador. Desde el vamos, hay una tensión en el escenario que mantiene al espectador al borde de la butaca, la misma tensión que percibimos en otro “producto Veronese”, “Los Corderos”. Todo siempre parece a punto de explotar. El compromiso físico y emocional de sus actores es apabullante. Es la marca en el orillo de este talentoso director.

A modo de síntesis argumental, digamos que lo que aquí se plantea es una sesión de terapia grupal, convocada por la psicóloga que comparten estos 6 personajes. Tres parejas: “Esteban” (Darío Lopilato) y “Tamara” (Flor Dyszel); “Roberto” (Carlos Portaluppi) y “Andrea” (María Figueras); “Ariel” (Héctor Díaz) y “Paula” (Melina Petriella).

La terapeuta, “Antonia”, no está presente, pero ha dejado sobres con consignas muy claras, para que sus pacientes ventilen sus conflictos individuales y de pareja. La idea es que todos colaboren dando sus opiniones constructivas en beneficio del grupo.

Los diálogos son picaditos, casi como los de una “sitcom”, con la típica “punch line” o “remate”, que quiebra el clima abruptamente, transitando de la profundidad a la superficie en un segundo, generando en la platea un silencio sepulcral seguida de una estruendosa carcajada.

El elenco es sólido y homogéneo. Todos destilan verdad en la composición de sus respectivos personajes. La “Andrea” de María Figueras es sencillamente una pieza de colección.

Como si todo esto fuera poco, el final de la pieza es una inesperada vuelta de tuerca que nos deja con la boca abierta y exige una relectura de todo lo visto. En ese sentido, nos recuerda a la maravillosa creación de Damián Szifron, “Los Simuladores”.

Buen texto, buena dirección, buenos actores: ingredientes del buen teatro. Chapeau!

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