Emoción violenta
Edición Impresa | 3 de Abril de 2017 | 04:13

Estrenada en 2004 y finalizada en 2009, “Prison Break” regresa ocho años más tarde a la televisión con su marca: la serie no mira nunca hacia atrás, y lejos de mostrar durante sus primeros minutos qué fue de los personajes durante estos años de ausencia, o de ahondar demasiado profundamente en los cabos sueltos de la polémica decisión de devolver a la vida a Michael Scofield, sucede una a otra las situaciones de peligros a veces tan inverosímiles como los escapes a un ritmo hipnótico que no permite al espectador pensar demasiado. Adicto, simplemente quiere saber qué ocurre en la próxima escena.
Así ocurrió durante la primera temporada, que enloqueció a la audiencia, y en menor medida en su segunda tanda de episodios. Las temporadas 3 y 4 fueron de menor vuelo y voltaje, con lo inverosímil tomando control de la narrativa en demasiadas oportunidades, motivo por el cual la serie tuvo su final en DVD, con dos episodios que no llegaron a emitirse y que ataban los cabos sueltos.
El regreso de la serie parece haber tomado nota de los errores, apostando por barajar menos historias, concentrada en el regreso de Michael, en la relación de los hermanos y, claro, en las ideas propias de MacGyver que imagina Scofield para salir del peligro. “El eje del programa es el peligro”, reconoce Purcell.
Así, con su cóctel frenético, “Prison Break” se suma a la lista de shows que vuelven a la vida en el medio de un auge de la nostalgia que la cada vez más conservadora industria ha abrazado por tratarse de una apuesta segura. “¿Y por qué no hacerlo?”, dice Purcell. “Si un show es exitoso y tiene sentido revisitarlo. Y además, tiene sentido desde el punto de vista económico”.
“Es cierto, así son las cosas ahora, es una tendencia”, acepta el actor, y avisa, además, que si el regreso exitoso, puede haber una sexta parte: “Nunca digas nunca”.
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