La seguridad en el ojo de la tormenta

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Nadie vio nada y no hay cámaras que hayan captado lo que estaba pasando. En pasillos, baños y otros sectores de las Fiscalías, una persona -o varias- se dedicaron a pegar “40 carteles” amenazantes al fiscal Cartasegna.

La cuestión que queda al descubierto es la fragilidad en los sistemas de seguridad y prevención que se tienen en cuenta para con la gente que ingresa a los Tribunales.

Es que no se realizan controles ni escaneos para comprobar qué es lo que lleva cada persona que desee entrar a esas oficinas judiciales.

De esta forma, lo que quedó en evidencia es la falla -o la falta- de medidas precautorias. Si se hubiera identificado al que llevaba los carteles intimidatorios al fiscal, se hubiera dado el primer paso para desentrañar qué hay detrás de estos ataques.

¿Y si en vez de afiches, lo que se transportaban eran artefactos peligrosos?

Ni siquiera hay detectores de metales. A uno de los lados del ingreso principal sobre avenida 7, un sensor que no funciona es lo más parecido a un sistema de seguridad que, de facto, no existe.

 

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