Autorretrato de un genio torturado

A partir de 300 horas de audio grabadas por Marlon Brando durante sesiones de terapia e hipnosis, el documentalista Steven Railey construyó un filme que bucea en la profundidades de uno de los talentos más importantes del cine

Edición Impresa

Más de 300 horas de audio grabadas por el propio Marlon Brando sirvieron a Steven Railey para construir el documental “Listen to me Marlon”, que a dos años de su estreno y a casi 13 del fallecimiento del actor en 2004, llegó esta semana a Netflix.

Los audios privados, que fueron brindados al cineasta por la familia Brando, fueron grabados por el intérprete, que tenía la costumbre de llevar un diario en ese formato y, además, llegó incluso a grabar sus sesiones de autohipnosis, terapia y hasta conferencias de prensa: la cuidada edición de este monumental material y el acceso íntimo a una figura icónica pero inescrutable por elección sirvieron para dar a luz, en 2015, el que el crítico David Edelstein llamó “el mejor y más profundo documental sobre un actor”.

A través de este testimonio, el filme recorre la turbulenta vida del actor y sus brillantes actuaciones elaborando una intrincada red de causas y consecuencias, un “mapa de Brando” donde la terrible relación con su padre, el nacimiento de sus hijos, la desconfianza hacia el mundo del cine, la desgracia del asesinato de Dag Dollet -el prometido de su hija, que se quitó la vida con solo 25 años-, la obsesión por mantener a sus hijos alejados de la fama, o su enfermedad son comentados por el actor fallecido, en un acto de espiritismo virtual mágico y perturbador.

“Listen to me Marlon” es un viaje dentro de la cabeza de una de las estrellas más esquivas e inusuales de la historia de Hollywood. Un hombre infantil, lujurioso, intelectual, travieso, evasivo y brutalmente franco. Impredecible y rebelde, el documental refleja también las grandes crisis del actor frente a su trabajo: “Actuar es mentir para ganarte la vida” llega a decir.

Y la hipótesis central de una cinta que también comenta sobre el presente de la industria es que estas crisis de un actor inclasificable no se pueden separar de su talento creativo: considerado el mejor actor de la historia por muchos, pero también protagonista de una turbulenta y trágica vida personal, su talento parece forjado según el propio intérprete en el dolor de una infancia dura que resistió al desapego y abusos de sus padres alcohólicos que la actuación le permitió canalizar.

“Listen to me Marlon” es un viaje dentro de la cabeza de una de las estrellas más esquivas e inusuales de la historia de Hollywood. Un hombre infantil, lujurioso, intelectual, travieso, evasivo y brutalmente franco

Pero que, finalmente, estalló en su interior: su convulsionada vida le llevó a terminar sus días solo, en bancarrota y recluido en su casa de Los Ángeles. Marlon Brando falleció el 1 de julio del 2004 a los 80 años en unas condiciones que muy poco tenían que ver con el éxito que el actor había conseguido a lo largo de su trayectoria artística, en la que participó en cerca de 40 películas.

Una trayectoria que comenzó cuando, antes de ayudar a su padre en la fábrica de insecticidas de la que era propietario, decidió trasladarse a Nueva York para probar suerte en el arte de la interpretación, profesión a la que se dedicaban su madre y dos hermanas. Fue en la escuela dramática de Piscator donde entró en contacto con el mundo del cine y allí aprendió las técnicas de la interpretación, mediante el famoso método de Stalinslavski.

Su carrera arrancó en 1944 y, a pesar de no gustar a muchos por su imponente físico, su rostro logró convencer a varios productores y comenzó así una larga y fructífera carrera que lo convirtió en dos veces ganador del Oscar (”On the Waterfront”, 1954, y “El Padrino”, 1972) y protagonista de clásicos inagotables como “Un tranvía llamado deseo”, “Julio César” y “Ultimo tango en París”.

Pero Brando nunca quiso la fama: incluso rechazó su segundo Oscar, que recibió un activista descendiente de los pueblos originarios estadounidenses en protesta. Aborrecía la popularidad y todo lo relacionado con los medios de comunicación, una situación que se hizo inaguantable cuando tuvo que lidiar con el escándalo como el ingreso en prisión de su hijo Christian por asesinar al novio de su hermanastra Cheyenne, o el suicidio de esta años después.

En sus últimos años de vida, estos problemas familiares provocaron un grave deterioro de su salud. El juicio de su hijo le dejó en una situación económica muy precaria, ya que también debía hacerse cargo de la manutención de los tres hijos que tuvo con su asistente Christina Ruiz (Brando tuvo seis hijos más de mujeres no identificadas, y otros siete reconocidos).

La última vez que Brando abandonó la tranquilidad de su hogar fue para visitar el rancho de Neverland, donde disfrutaba de la amistad de Michael Jackson. Para entonces su oronda y deteriorada figura -había engordado 40 kilos- requería de un tanque de oxígeno y obligaba a su débil corazón a pender de un hilo.

Solitario y celoso de su intimidad hasta extremos insospechados, a su funeral asistieron íntimos amigos como Jack Nicholson, Warren Beatty o Sean Penn, y sus cenizas fueron esparcidas entre las idílicas aguas de Tahití -donde poseía el atolón de Tetiaroa, del que se enamoró rodando “Mutiny on the Bounty” (1962)- y las dunas de Death Valley en California.

 
PARA AGENDAR
Qué: “Listen to me Marlon”, documental sobre la vida de Marlon Brando
Quién: Dirigida por Steven Railey y construida a partir de 300 horas de audios personales del actor
Dónde: Disponible en Netflix

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE