Adiós a “Pinino”, mítico vendedor de cubanitos en el Albert Thomas

Vendió la golosina durante medio siglo en la puerta del Industrial y ya es parte de su historia

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Querido por todos: por los estudiantes, por los padres de esos estudiantes, por los ex alumnos, los profesores, los directivos, el personal no docente. Durante décadas, “Pinino” vendió cubanitos y repartió ternura y simpatía en la puerta del colegio Albert Thomas. Ayer falleció y la noticia entristeció a decenas de vecinos que se relacionaron con él desde ese pequeño pero enorme espacio afectivo que generó en 1 entre 57 y 58. “Se fue una institución, un ídolo”, fue uno de los tantos mensajes de despedida que se expresaron por su muerte en las redes sociales. La talla de su figura en la comunidad del Industrial le valió la distinción, años atrás, de Ciudadano Ilustre de La Plata.

Se llamaba Domingo Espoturno, había nacido en 1932 en Rosario, Santa Fe, y aunque desde los 13 años vivía en esta ciudad (por la que sentía un particular apego) su corazón futbolero se mantenía fiel a Newell´s. Llegó a La Plata junto a sus padres y siete hermanos y se ubicó, junto a su familia, en una casa de 36 entre 2 y 3.

“Formaba parte de la escuela”, comentó con dolor y admiración a la vez Sergio Figueiredo, director del Albert Thomas. “En el ‘78, cuando yo entré al colegio como alumno, ya se lo podía ver a Pinino vendiendo los cubanitos en la puerta. No faltó un solo día”. La imagen que perdurará, seguramente, por largo tiempo entre quienes lo conocieron, lo reproduce frente a una mesa con una vieja lata de galletitas llena de cubanitos. “Daba consejos, y si no tenías plata para pagarle te decía ‘me lo pagás cuando puedas’”, recordó la autoridad del Industrial.

Célebre por su larga y constante presencia en la entrada del Albert Thomas él mismo relató en una entrevista concedida a este diario cómo llegó a vender cubanitos a los alumnos del tradicional colegio platense. “Mi primer trabajo fue a los 14 años, como cadete de la joyería Domingo Tronca, en 50 entre 5 y 6. A los 16, mi padre, que era ordenanza en el ministerio de Hacienda, me consiguió un nombramiento, pero lo rechacé porque quería ganarme el dinero por cuenta propia. Entonces el ministro me autorizó a vender empanadas y pasteles en las oficinas. Al final, me instalé en la puerta del Albert Thomas: me levantaba a las 4 para preparar los cubanitos; empecé llevando 50 ó 60 y terminé vendiendo mil por día”, contó en 2011.

Los restos de “Pinino” son velados en la casa de servicios fúnebres de la calle 2 entre 40 y 41 y el cortejo que los acompañará partirá hoy, a las 10.30, para la inhumación, a las 11, en el Cementerio Local.

Figueiredo anticipó que a la vuelta del receso escolar de invierno homenajearán a “Pinino” en el colegio.

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