El hombre que miraba
Edición Impresa | 8 de Septiembre de 2017 | 04:19

Siete Sacos solo miraba. Miraba siempre desde el fondo de un alma que parecía no sentir los rigores del cuerpo que la llevaba. Un alma sin frío, sin temor a la lluvia, sin preocupaciones por la noche.
Miraba sin incertidumbre.
Siete Sacos no pedía, no robaba y no aceptaba nada que estuviese más allá de los límites de la calle.
Miraba, y sus ojos recorrían las almas de los que se cruzaba.
Y entonces los examinaba y les ponía nota en un cuaderno invisible.
Un cuaderno que quizá ahora esté leyendo en companía.
Ahí, en el zaguán donde suelen juntarse los duendes y los ángeles.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE