Murió Nicanor Parra: adiós al antipoeta que revolucionó “el paraíso del tonto solemne”

Irónico, mordaz, irreverente: el poeta chileno partió a los 103 años dejando atrás una obra que atentó siempre contra la alta poesía

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El último superviviente del famoso trío de los grandes poetas chilenos, junto a Pablo Neruda y Vicente Huidobro, Nicanor Parra, falleció ayer en Santiago a los 103 años de edad.

Parra fue un rompedor de los cánones tradicionales de la lírica con sus “artefactos” y su antipoesía. Decía que durante medio siglo la poesía fue el “paraíso del tonto solemne”, hasta que llegó él con su montaña rusa.

“Suban, si les parece”, invitaba Nicanor Parra. “Claro que yo no respondo si bajan echando sangre por la boca y narices”.

Hermano mayor de la legendaria folclorista Violeta Parra, Nicanor Parra nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico (Chile), fue poeta y académico, además de matemático y físico, y sin duda uno de los grandes “antisistema” del universo lírico.

Parr, escéptico por formación (estudió matemática y física), desafiaba los convencionalismos y jugaba hasta el extremo con el lenguaje en lo que él mismo llamó su “antipoesía”. Cruzaba la línea con su lírica irreverente, irónica, mordaz y que trataba de amoldar a las diferentes situaciones.

Creador de la llamada “antipoesía”, que revolucionó el lenguaje de los versos desafiando la tradición con el más crudo lenguaje cotidiano, en su obra se unen el realismo y el surrealismo, con un deseo de provocar y de libertad que le llevaron, por ejemplo, a no dar entrevistas con motivo de la concesión en 2011 del Premio Cervantes, porque para él toda pregunta era “una impertinencia”.

VIDA Y OBRA

Licenciado en Ciencias Exactas y Físicas por la Universidad de Chile, después se especializó en Mecánica Avanzada en la Universidad Brown de Rhode Island (Estados Unidos) y amplió su formación en la británica de Oxford.

Compaginó los versos con la enseñanza. En 1996 dejó sus clases de Mecánica Teórica, al cabo de una docencia de 51 años en la Universidad de Santiago de Chile, donde fundó el Instituto de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ingeniería junto con otro poeta “todoterreno”, Enrique Lihn.

Apasionado defensor de la democracia, en 1988 participó en su país en el Frente Amplio de Intelectuales por el No, que se constituyó con motivo del plebiscito de reafirmación convocado por el general Augusto Pinochet para ese año.

Su primer libro, “Cancionero sin nombre”, vio la luz en 1937 y en 1954 lanzó “Poemas y antipoemas”, con el que rompió moldes, paradigmas y esquemas. “Como su nombre lo indica / el Capitalismo está condenado / a la pena capital: / crímenes ecológicos imperdonables / y el socialismo burrocrático / no lo hace nada de peor tampoco”, escribió casi tres décadas después de sus primeros poemarios en su obra “Ecopoemas”.

También incursionó en exposiciones artísticas irreverentes, como una en que mostró a los ex presidentes chilenos colgados por el cuello, y otra en la que exhibió una cruz semejante a la de Cristo, con la leyenda “Voy y vuelvo”. En una oportunidad utilizó urinarios para montar una muestra de arte.

En su obra figuran títulos como “Poemas y antipoemas” (1954), “La cuesta larga” (1958), “Versos de salón” (1962), “Antipoemas” (1972), “Artefactos” (1972), “Coplas de Navidad” (1983), “Poesía política” (1983), “Hojas de Parra” (1985) y “Lear Rey & Mendigo” (2004).

Entre los homenajes que se le ofrecieron en vida destacan el de la Sociedad de Autores y Compositores chilena, en 2000; o la exposición que el Centro Cultural del Palacio de La Moneda acogió en 2006 con el título de “Obras Públicas”, en cuya instalación “El pago de Chile” el poeta mostraba ahorcados a los 34 presidentes chilenos, incluidos Salvador Allende, Augusto Pinochet y Ricardo Lagos.

Sin duda, uno de los más importantes fue la celebración de su centenario, en 2014, cuando el Gobierno de Michelle Bachelet organizó varios días de festejos, entre los que destacaron el denominado “Parrafraseo Nacional”, una auténtica fiesta ciudadana convocada por el Consejo de la Cultura y las Artes, o un emotivo concierto de piano de su nieto Cristóbal Ugarte “Tololo” delante del Palacio de La Moneda.

Parra escribió hace 49 años “Últimas instrucciones”, considerado un virtual testamento sobre cómo quería que fuese su funeral. Solicitaba, en primer lugar, ser velado al aire libre en La Reina, la comuna de clase media en donde vivió muchos años de su juventud y los últimos meses de su vida.

“Cuidadito CON velarme en el salón De honor De la universidad o en la Caza del Ezcritor”, advierten sus versos.

Irreverente hasta en el final, también pedía varios objetos que debían estar presentes en su velorio: “Un par de zapatos de fútbol, una bacinica floreada, gafas negras (para manejar) y un ejemplar de la biblia”.

 

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