El Nobel de medicina, por estudios de inmunoterapia que pueden curar el cáncer

El galardón fue obtenido por el estadounidense James Allison y el japonés Tasuku Honjo. Ambos, por cuerda separada, trabajaron con células inmunitarias que atacan a los tumores

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El estadounidense James P. Allison y el japonés Tasuku Honjo ganaron el premio Nobel de Medicina 2018 por sus estudios de inmunoterapias contra el cáncer.

El Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, que otorgó el prestigioso premio, fundamentó su decisión en que “los expertos demostraron cómo estrategias diferentes para inhibir los frenos del sistema inmunitario pueden ser usadas en el tratamiento del cáncer”.

Ambos científicos recibirán el premio por las terapias desarrolladas contra el cáncer que se caracterizan por la inhibición de la regulación negativa del sistema inmune.

Allison, nacido en Texas en 1948, estudió una proteína que funciona como un freno en el sistema inmunológico y su potencial para liberar células inmunitarias que ataquen tumores, con lo que desarrolló un nuevo enfoque para tratar a los enfermos.

Honjo, nacido en Kyoto en 1942, descubrió a su vez una proteína en las células inmunitarias y reveló que también funciona como un freno, pero con un mecanismo de acción diferente, lo que posibilitó el desarrollo de terapias de gran efectividad contra el cáncer.

Aprovechar la capacidad del sistema inmune para atacar las células cancerosas es la clave del descubrimiento de los inmunólogos.

LAS CLAVES DEL SISTEMA INMUNE

Allison, de 70 años e investigador del “Centro de Cáncer MD Anderson” de Houston, Estados Unidos, comenzó en los 90 a estudiar una proteína llamada CTLA-4, que funciona como un freno que impide que los linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco, identifiquen y combatan a determinadas células.

El investigador entendió que eliminar esa barrera podría hacer que las defensas atacaran a los tumores.

Por su parte, Honjo, de 76 años y vinculado a la Universidad de Kioto desde 1984, descubrió la PD-1, otra proteína que se expresa en la superficie de los linfocitos T, que también impide que ataquen a los tumores.

Según se sabe, una de las propiedades fundamentales del sistema inmunológico es su capacidad de discriminar entre estructuras “propias” y “ajenas”, como bacterias, virus y otras amenazas.

Tras anunciarse el premio, el inmunólogo estadounidense galardonado opinó que la inmunoterapia se generalizará como parte del tratamiento contra el cáncer que reciban todos los pacientes de aquí a 5 años.

“Después de muchos años de resistencia, el campo del cáncer comienza a aceptar la inmunoterapia como un cuarto pilar, junto a la radioterapia, la cirugía y la quimioterapia, en las terapias contra el cáncer”, dijo Allison.

El científico dijo también ansiar que la inmunoterapia se use en combinación con las otras tres, y aseguró que “no va a sustituirlas, sino que va a formar parte de la terapia que todos los pacientes reciban en 5 años aproximadamente, y va a ser curativa en muchos de ellos”.

Su trabajo, como el del japonés Tasuku Honjo, ha revolucionado el tratamiento contra el cáncer de pulmón o el melanoma y varios tipos en fase metastásica, y ha cambiado fundamentalmente la forma de combatir ese mal, ya que su estrategia se centra en el sistema inmunitario en lugar de las células cancerosas.

Allison alabó el trabajo de Honjo, a quien le une una relación profesional desde hace 30 años y quien descubrió en 1992 la proteína PD-1, un inhibidor de las células inmunitarias T que ayuda a controlar las respuestas inmunitarias del cuerpo.

En combinación con la proteína CTLA-4, que funciona como freno de las células T y con la que el estadounidense logró curar a ratones con cáncer, las terapias resultantes han sido consideradas efectivas en el tratamiento de diferentes tipos de cáncer, según estudios y diferentes ensayos clínicos.

Allison, director ejecutivo de la Plataforma de Inmunoterapia del centro Anderson, de la Universidad de Texas, explicó que las terapias tradicionales utilizan altas dosis de quimioterapia y radiación para “matar hasta la última célula cancerígena, pero esa ya no es la meta.

Puedes moderar su uso y matar solo las células tumorales suficientes para iniciar una cascada inmunológica y activar las células T”, desgranó, y aseguró que ideas como esa, y como la que le llevó a investigar la proteína CTLA-4 de una manera diferente a lo que se estaba haciendo durante años, provienen “no de querer matar el cáncer, sino de intentar entender cómo funciona el cáncer”.

En ese sentido, remarcó la necesidad de “seguir financiando la investigación básica, que es de donde vienen esas ideas, ya que los grandes saltos vienen de la ciencia básica. No puede estar todo el mundo diciendo que intenta curar la enfermedad, no funciona así”.

Todavía sorprendido por el premio y optimista de cara al futuro, Allison dijo atreverse a utilizar, pese a ser “peligroso”, la palabra “cura”, al ser preguntado por el impacto de la inmunoterapia, y puso como ejemplo a un paciente concreto que tuvo su última ronda de tratamiento hace 18 años, y aplaudió que las terapias para el melanoma ahora comienzan con la inmunoterapia, mientras que antes se recurría a ella solo en etapas avanzadas.

 

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