La violencia de género ya se llevó la vida de una nena cada 20 días en 2018

El dato surge de la ONG Casa del Encuentro, donde indican que 132 menores de 12 años murieron por esta causa entre 2008 y 2017. En la mayoría de los casos el victimario fue un conocido. Y el móvil el abuso sexual.

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Estefanía era la mayor de tres hermanas, tenía 9 años, un carácter amable y tranquilo y toda una vida por delante. Así la recuerdan sus vecinos de José Mármol, que la vieron por última vez el jueves jugando a las escondidas con otros chicos entre los cuales estaba su primo de 15 años. Ahora Estefanía ya no está y ese primo, hoy detenido, es el principal sospechoso de haber abusado de ella, de haberla matado y de haber descartado su cuerpo con una bolsa en la cabeza.

Apenas una semana antes, un horror similar había estallado en el barrio Trujui de San Miguel. Sheila Ayala, una nena de 10 años, apareció muerta después de que su desaparición mantuvo en vilo al barrio. Por el crimen fueron acusados su tío -una de las hipótesis es que había intentado abusar sexualmente de ella- y su tía, que la habrían ahorcado con una sábana para después arrojar su cuerpo en una bolsa desde un balcón a seis metros de altura.

Los nombres de Sheila y Estefanía se suman a una lista dolorosamente larga: sólo en lo que va del 2018 se registraron 13 femicidios en los que las víctimas fueron nenas menores de 12 años, lo que arroja un promedio de una chica muerta cada 20 días, según los datos manejados por el Observatorio de Femicidios Maricel Zambrano, de la ONG Casa del Encuentro. Ese número se eleva a 145, si se atiende a que en los últimos diez años (entre 2008 y 2017) murieron por la misma razón 132 nenas.

Detrás de estos episodios, los observadores detectan dos causas principales.

En primer lugar, el peso de una cultura patriarcal, cuestionada y puesta en debate como nunca antes en los últimos años por iniciativas como la marcha “Niunamenos”, pero que todavía persiste.

Pero también le apuntan a un debilitamiento de los programas de prevención de una violencia de género en la que las más vulnerables resultan las niñas, que no pueden denunciar por sí mismas los abusos, sobre todo los intrafamiliares, y dependen de la detección que se puede hacer desde ámbitos públicos como escuelas, centros de salud o programas más específicos para recibir ayuda.

Sobre todo cuando, de acuerdo con los datos elaborados por el Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la Nación, en el 70% de los casos de abusos o violencia contra menores de 12 años, el victimario es alguien de su entorno familiar.

Y si los casos de menores asesinadas siempre obtienen una fuerte visibilidad y conmueven profundamente a la sociedad, los abusos sexuales, que suelen acompañar y ser motor de estos crímenes son mucho más frecuentes y en muchos casos permanecen invisibilizados : se estima que hoy, en Argentina una de cada cinco niñas es abusada sexualmente.

En diálogo con este diario, Ada Rico, presidenta de Casa del Encuentro destaca que cada uno de estos casos pone en evidencia la urgencia de motorizar un cambio cultural que vaya contra la cultura patriarcal: “ese machismo que permite considerar a nenas y a mujeres como el objeto de pertenencia de un otro”.

Para Rico, los asesinatos de niñas son la cara más extrema de la violencia de género y como tales siempre tienen un enorme impacto social. Por eso considera que “llama la atención que en pocos días se registren dos casos de femicidios de niñas. Pero si se mira el informe global de femicidios ocurridos en los últimos 10 años se descubre que fueron en total 132 las víctimas menores de 12 años registradas en ese lapso”.

Entre esos casos, Rico distingtue dos tipos. El primero y mayoritario es el motorizado por el abuso sexual que termina en femicidio. El segundo, el del llamado “femicidio relacionado”: cuando la pareja o ex pareja de la mujer mata a las hijas (o hijos) de ésta como una forma de venganza.

Los casos más comunes que registran en el Observatorio Maricel Zambrano son los primeros y entre ellos son también mayoría aquellos en los que el abusador-victimario es alguien del entorno de la nena: padrastros, padres, tíos, primos, vecinos.

“Esto parece algo bastante obvio, porque una chica de corta edad generalmente se mueve en un ámbito familiar y es difícil que se vicule con alguien de afuera de su círculo de contención”, dice Rico, quien hace hincapié en la dificultad de prevenir este tipo de casos, que pueden registrarse en cualquier sector social, y en la necesidad de extremar los cuidados para evitar situaciones de riesgo.

Para Flavia Centurión, presidenta de la ONG Las Mirabal, que se dedica a brindar c ontención a mujeres víctimas de violencia de género en La Plata, la parte cultural es apenas una de los motivos que se pueden identificar detrás de estos casos.

Centurión destaca que otra de las razones es la insuficiente respuesta estatal para prevenir la vionecia de género.

Basándose en datos de organismos internacionales como UNICEF Centurión destaca que hubo un tretroceso de los programas dedicados a prevenir la violencia de género, pone el acento en la extrema vulnerabilidad de las menores de edad frente a situaciones de abuso y dice que mientras la situación de las niñas no sea una prioridad, casos como los que conmovieron al país las últimas dos semanas se van a seguir repitiendo (ver aparte)

Mientras el debate sigue, ayer los restos de Estafanía eran velados en el cementerio de Lomas de Zamora mientras su primo de 15 años -quien tenía antecedentes de violencia de género y acaba ba de abandonar un tratamiento por su adicción a las drogas- permanecía detenido.

La fiscalía interviniente esperaba los resultados de la autopsia y otros peritajes para determinar cómo se produjo el crimen de la niña y si hubo o no abuso sexual.

En tanto, en San Miguel, un grupo de vecinos pidió que el predio donde apareció el cuerpo de Sheilas se convierta en una plaza para el barrio, donde se la recuerde. Y para que hechos de este tipo no vuelvan a repetirse.

En el 70% el victimario es alguien del entorno familiar y el motor, el abuso sexual

 

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