Una alegría de las grandes en la pelea central del Lobo en esta temporada

Si bien aún resuenan los ecos de la gran victoria ante Boca, todo Gimnasia sabe que su objetivo principal este año es engrosar su promedio para no sufrir al final del campeonato. Por eso, los tres puntos cotizan valor oro

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Por NICOLÁS NARDINI
nnardini@eldia.com

El exceso de felicidad jamás puede ser malo. Lo importante es saber administrarla para cuando sobrevengan momentos de los otros. Y Gimnasia, con la alegría que se regaló ante Godoy Cruz, dio un gran paso en ese sentido. Es que el Lobo debe saber que, más allá de la resonante victoria ante el bicampeón de la Superliga que lo depositó en los cuartos de final de la Copa Argentina, su norte en este temporada pasa por sumar muchos puntos en la Superliga para alejarse de un fantasma que podría acecharlo al final del camino si las cuentas no cierran.

¿Debe renunciar al sueño de llegar lo más lejos posible en la Copa Argentina? ¡Claro que no! Bien ganado tiene ese derecho después de despachar al mejor equipo de Argentina por dos años consecutivos. Y lo hizo cuando pocos creían en la gesta. Allí está el equipo de Troglio, en los cuartos de final de esa competición y con la ilusión intacta.

Dicho esto, resulta crucial para todo Gimnasia no alejarse de su prioridad en este campeonato. Pedro Troglio tomó el timón del equipo -una vez más- en plan bombero, para apagar un incipiente incendio, que podría tornarse en voraz si los resultados no acompañaran. Por eso, los tres puntos que saboreó ayer en el Bosque cotizan en valor oro. Por la dureza de su rival, porque venía de perder en Santa Fe y porque, de esa manera, el Lobo vuelve a solidificar su bastión del Bosque, empujado por su gente en una simbiosis retroalimentada: esfuerzo de los protagonistas dentro del campo, retribución desde la tribuna y empujón desde afuera en el final para contagiar a los de adentro cuando el equipo se quedó en desventaja numérica.

La pelea en la zona baja de la tabla de los promedios es, con distancia, lo más angustiante que un grupo de profesionales puede protagonizar en la Argentina. Las piernas pesan toneladas y los nervios perturban hasta al más experimentado. De ahí el cariz crucial de triunfos como el de ayer para Gimnasia. Estas victorias a esta altura del torneo, se sentirán al final, cuando -de seguir así- tal vez llegue a las fechas decisivas alejado de todo fantasma.

UN DADOR DE OPTIMISMO

Pedro Troglio tiene virtudes y defectos, como todo entrenador. Se destaca en algunas facetas y flaquea en otras. Acierta y erra. Pero tiene un don especial que lo eleva por encima del resto de sus colegas que han vestido el buzo de DT albiazul en los últimos tiempos: es un dador interminable de optimismo. Su carisma, su magnetismo y su compromiso con un club al que adoptó de grande lo ponen en un sitial especial. Sanguíneo -muchas veces en demasía- y espontáneo, es un profesional que genera adhesiones viscerales y enconos marcados, pero aún sus principales detractores saborean alegrías como la de ayer. En los triunfos no hay divisiones, del Bosque se fueron todos tocando bocina y con una sonrisa de oreja a oreja.

El partido fue chivo para el Lobo. En el primer tiempo tuvo ideas confusas y el plantel del “Tomba” le dejó pocos espacios. La parte final fue otra historia. Gimnasia jugó “a lo Troglio”, dejando todo en las pelotas dividas y empujando a su rival hacia su propia portería.

El desnivel llegó en los pies del hombre que más lo merecía: Santiago Silva. El uruguayo, con una década y pico más en sus espaldas, protagoniza una versión muy mejorada respecto de su primer ciclo en el Lobo. Hizo un gol de categoría, de esos que se recordarán en varios años. Y fue una pieza crucial en todo el andamiaje del equipo: si hasta terminó jugando de “doble-cinco” para que la victoria no se escapara.

Gimnasia sumó tres puntos importantes y consolidó su imagen de equipo duro, batallador y guerrero. Está por el camino correcto. No debe apartarse.

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