Al mandatario de EE UU le agrada ser anfitrión y no huésped
Edición Impresa | 30 de Noviembre de 2018 | 02:31

Catherine Lucey y Zeke Miller
Agencia AP
WASHINGTON
Jornadas maratónicas. Vuelos inacabables. Agendas recargadas. Cuando Donald Trump viaja al exterior, trata de que sea por el menor tiempo posible.
Trump llegó anoche a Buenos Aires, sede de la cumbre del G20, donde pasará escasas 48 horas en las que tiene programados una cantidad de encuentros con otros líderes mundiales.
Las cumbres internacionales son eventos agotadores para cualquier líder, pero tal vez más para Trump, a quien lo le gusta estar mucho tiempo afuera de su casa y trata de limitar al máximo posible sus estadías en el exterior. Inicialmente Trump había programado encuentros con ocho dignatarios en el G20, pero ayer suspendió abruptamente su reunión con Vladimir Putin. Y la Casa Blanca dijo que los encuentros formales con los líderes de Turquía y Corea del Sur serían reemplazados por charlas informales. Una reunión con el primer ministro japonés Shinzo Abe dio paso a un encuentro “trilateral” al que se sumará el primer ministro indio Narendra Modi.
APEGADO A SUS RUTINAS
Conocido como un hombre apegado a sus rutinas, que prefiere dormir siempre en su cama, Trump ha tratado de evitar las giras largas al exterior en su segundo año como presidente. En su primer año en la Casa Blanca tuvo varias giras ambiciosas. El cambio obedece no solo a las preferencias personales de Trump sino que también refleja un poco el creciente aislamiento de EE UU bajo su liderazgo.
Este mes Trump canceló un viaje a Colombia, aduciendo problemas de programación nunca especificados, aunque la agenda que tiene no refleja conflictos importantes.
No es la primera vez que Trump trata de acortar sus viajes. Este año suspendió uno a América del Sur diciendo que debía concentrarse en la crisis en Siria. En junio se fue de Singapur antes de lo esperado tras reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un. Un reciente viaje a París duró un fin de semana.
A pesar de ser un hombre acostumbrado a los jets privados desde hace décadas, Trump siempre se ha mostrado reticente a dormir en sitios extraños. Ha pasado la noche en lugares que no le pertenecen pocas veces desde que asumió la presidencia. Personal de la Casa Blanca dice que Trump prefiere ser anfitrión a ser huésped. Y le encanta mostrar la Casa Blanca a los dignatarios extranjeros.
Desde que asumió la presidencia, Trump hizo ocho viajes al exterior, cuatro en su primer año y cuatro este, sin contar el de Argentina.
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