El año que viene se presenta con enormes incógnitas en un mundo lleno de inquietudes

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Por RICARDO ROSALES

prensa.rosales@gmail.com

A la hora de hacer balances y proyecciones, el año 2019 se presenta lleno de incógnitas y algunas esperanzas de mejoras. Tratándose de un año electoral, los riesgos para la economía argentina se agitan desde la política y la misma economía, y a estos factores locales se suman los que vienen del exterior, igual de complejos y ausentes de certidumbre. El récord del índice de riesgo país, por encima de los 800 puntos alcanzado la última semana, es un fiel reflejo de los miedos financieros que asechan a los tenedores de bonos de deuda. Algunos especialistas tratan de desglosar el valor de este índice, con una estimación aproximativa, y dicen que el riesgo por el factor político sería de 200 puntos, dejando el estrictamente económico en 600 puntos. Por cierto, son cálculos técnicos sin trascendencia real. Y la realidad es que la reputación soberana de la Argentina está por el suelo, lejos de países de la región como Chile, Perú, Brasil o Colombia.

Este índice está calculado por el JP Morgan y muestra la diferencia de tasas de interés que pagan los bonos denominados en dólares, emitidos por países no desarrollados, y los bonos del Tesoro de Estados Unidos, considerados “libres” de riesgo. La percepción es tan negativa para la Argentina que Chile, Uruguay o Perú pagan una sobretasa inferior a los 200 puntos, o Brasil y Colombia por encima de ese valor y por debajo de los 300 puntos. Ecuador tiene un valor similar al de Argentina, y Venezuela está totalmente fuera de cualquier cálculo. En concreto, el índice de riesgo para el país es tan alto que el mercado se encuentra cerrado: no hay fondos nuevos dispuestos a prestar dinero.

Volviendo a los factores de riesgo local, desde el punto de vista económico, y debido a que el próximo es un año de elecciones presidenciales, aparecen dos dudas concretas: ¿el gobierno macrista estará tentado, como ocurrió en el pasado, a atrasar el tipo de cambio para subir los salarios en dólares?; ¿la incertidumbre electoral llevará a otra fuga hacia el dólar de tal manera que la banda superior de intervención del Banco Central sea perforada?

Algunos analistas políticos dan por supuesto que habrá una fuga hacia el dólar y eso llevará a más turbulencias económicas y también a menos margen al presidente Mauricio Macri para intentar su reelección. El futuro es imprevisible y podría ocurrir, pero también lo contrario. Es demasiado temprano para especular porque el humor social y el clima electoral son muy volátiles y lo que hoy baja, mañana sube. Quizás, con los sondeos electorales de marzo o abril, habría elementos más serios para imaginar un escenario de fuerte fuga de capitales. Entre tanto, los motores de una corrida cambiaria se han achicado drásticamente: el desequilibrio del sector externo ha caído fuertemente y desapareció el carry trade de pesos a dólares.

En cuanto a una posible intención del oficialismo de anclar el dólar como en el 2017 y mejorar los salarios en dólares, no aparecen muchas chances. Además de considerar el monitoreo que realiza el Fondo Monetario Internacional sobre el programa económico, que propone una política distinta, la herramienta de altas tasas de interés no tendría mucho más recorrido. El riesgo país en los 800 puntos tampoco da oxígeno a una apreciación del peso. Y para completar el panorama de restricciones, el Gobierno no tiene margen para congelar las tarifas de servicios públicos o los combustibles. La caja fiscal es tan estrecha que hace inviable aumentar los subsidios o retrasar los ajustes de las tarifas. El Fondo Monetario Internacional ya advirtió en el último reporte que habilitó el desembolso de algo más de 7.000 millones de dólares la semana pasada, que las tarifas se tienen que continuar actualizando con el dólar.

Una política de reprimir precios, como las tarifas o el dólar, y de esa manera mejorar la distribución del ingreso a favor de los asalariados, esta fuera del radar del Fondo Monetario Internacional y la administración macrista tiene escaso poder de cambiar esa decisión. Algunos especulan con esa variante política del oficialismo en los meses previos a las elecciones presidenciales, sin medir la escasa libertad que tiene el país de alejarse algunos milímetros del plan de estabilización. Por lo demás, está probado que los efectos de esas políticas son sólo temporales y a un costo enorme, alejando la inversión y dejando al Estado como única fuente de empleo, sin los recursos genuinos.

Del lado externo, los interrogantes son igual de significativos. La última decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de morigerar la suba se tasas de interés el año próximo, es un pequeño aliciente. La aspiradora de dólares igual continuaría en el 2019. Y la guerra comercial de Donald Trump con China es un tema abierto al igual que el impacto que tendrá la suba de aranceles en el comercio internacional. El mundo sigue con mucha incertidumbre, y preocupaciones.

 

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