Más ordenado, solidario y generoso en la entrega física, hizo que su gente lo aplaudiera con orgullo
Edición Impresa | 28 de Febrero de 2018 | 02:52

Por MARTÍN MENDINUETA
Twitter: @firmamendinueta
A quien nada le cuesta, nada valora. Gimnasia es hoy la antítesis de esa “ley” que tantas veces vemos reflejada en la vida cotidiana. A este “Lobo” modesto todo le cuesta mucho y, por ese motivo, cuando construye un triunfo tan meritorio como el del último lunes, lo disfruta a pleno.
En la previa, no era el favorito. Se fue convirtiendo en el mejor candidato para quedarse con todo lo que había en juego durante el desarrollo de la pulseada. Y así debe ser. San Lorenzo, con los bravos Beluschi y Blandi como cotizados símbolos de su poderío, fue perdiendo en los detalles y terminó vencido ante la enjundia de un rival que supo entender el enorme valor de la identidad colectiva.
Gimnasia jugó el mejor partido desde que tiene a Facundo Sava como director técnico. ¿Qué le hizo el “Colo” a este plantel; prácticamente el mismo que dejó Mariano Soso? Lo ordenó con sentido común; basándose en los viejos conceptos que aprendimos de chicos en el potrero del barrio.
Hay protocolos que no ha conseguido alterar la modernidad que amenaza con llevarse todo por delante. Los equipos sensatos se arman de atrás para adelante. Los zagueros no pueden perder el eje central del campo. El cinco o mediocampista referencial tiene que ser el equilibrista táctico que conoce todo el libreto; el que intenta dominar la mitad de la cancha, teniendo como primaria ambición que el creativo del oponente no pueda generar circuitos de juego (eso ocurrió con Rinaudo y Beluschi).
Otra cuestión tan vieja como importante es saber administrar los recursos con los que se cuenta en un equipo; ya sea de barrio, de un torneo amateur o del ámbito profesional. Brahian Alemán, aun cargando el peso de su ciclotimia, esa que lo lleva directamente a la cúspide de un partido o lo arrastra al rendimiento más oscuro, es el diamante “tripero”. Sin él, nada hubiera tenido brillo. De un pelotazo de los que hay miles por encuentro, inventó una sutileza para dejar “pintado” a Angeleri, avanzó con convicción hacia el área y sacó “el centro de la muerte”. Resultó puro veneno para el arquero Navarro. Fue perfecto; lo suficientemente lejos para que no se anime a cortarlo y con el efecto ideal para que Facundo Pereyra se la llevara por delante. Fue la jugada de la noche y desató un alarido tremendo.
El uruguayo, tan atorrante como habilidoso, es distinto porque tiene un don: cuando está bien, ilumina a todos sus compañeros.
OREJA, UN BUEN EJEMPLO A SEGUIR
Cuando son muchos los que espontáneamente se ponen de pie y ovacionan a un jugador, es porque hay un motivo valedero. Facundo Oreja, el ya histórico cuatro que, como tantas veces, empezó jugando de tres, está en un nivel personal que merece ser destacado. Con 35 años y un contrato que se vence en cuatro meses, es el abanderado del carácter.
Dinero al margen, y teniendo en cuenta sólo cuestiones futbolísticas, sería bueno que siguiera en el club. Su rendimiento actual colabora con la mejora defensiva que ha evidenciado Gimnasia desde la llegada de Sava. Oreja cumple, Como lateral o siendo stopper, se ha vuelto una garantía de que nadie pasará alegremente por la porción del campo que le toca custodiar.
El torneo sigue. Nadie sabe cómo jugará el “Lobo” el próximo sábado ante Temperley. Cada partido es una historia en sí misma. El más fuerte puede ser débil y viceversa. Lo único claro es que el equipo va mejorando. Da pasos cortos, pero seguros. Nada es mágico, todo demanda un tiempo.
Gimnasia ante San Lorenzo logró que sus fieles se fueran del Bosque orgullosos de lo que habían recibido. Costó ganar. Y lo que cuesta, vale.
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