Los festejos estudiantiles y la convivencia social

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Una vez más se registró en nuestra ciudad la ruidosa celebración estudiantil –no exenta de incidentes callejeros y este año con el agravante de una mujer que resultó herida por la pirotecnia- conocida como la del “Último Primer Día” de clases. La protagonizan por alumnos que ingresan al último año del nivel secundario y se trata de un festejo que se prolonga a lo largo de la primera semana de clases, ya que los estudiantes de los distintos colegios fijan una suerte de escalonamiento espontáneo en jornadas sucesivas, para “ordenar” esas celebraciones.

Se puede hablar de una suerte de tradición ya instalada en La Plata, que este año sirvió no sólo para reiterar a primeras horas del amanecer el despliegue de una cohetería estruendosa, con lanzamientos de bengalas y cánticos juveniles, sino también las protestas de muchos vecinos por los trastornos padecidos a esas horas.

En esta oportunidad, los estudiantes de un colegio privado pintarrajearon y arruinaron el monumento de mármol que cubre la piedra fundamental de nuestra ciudad situada en la plaza Moreno, que había sido reparado recientemente por la Comuna.

Tal como se informó, la secretaría de Espacios Públicos y Gestión Ambiental requirió a las autoridades de ese instituto que realice una jornada de concientización y que sean los propios jóvenes quienes se ocupen de reparar los daños causados. Cabe señalar que el monumento había sido reparado recientemente por la Comuna.

Antes de toda otra consideración corresponde enfatizar que nada se opone a que los jóvenes puedan expresar su júbilo por encarar el último año de sus estudios secundarios, claro que con la condición de que no conviertan ese festejo en actitudes que impliquen un menoscabo para la convivencia social y para su propia formación cultural y cívica.

Lamentablemente, esta modalidad se tradujo en los últimos años en actitudes irracionales, con algunos jóvenes alcoholizados y víctimas de un descontrol impropio de quien pretende ingresar luego a las aulas para iniciar su aprendizaje.

La polémica sobre este nuevo festejo por parte de los egresados surgió hace años, a partir del episodio ocurrido en la entrada de un colegio ubicado en la zona céntrica, cuando un perro terminó agonizando después de estallarle un petardo en el hocico, mientras que los alumnos de 6º año celebraban, justamente, “el último primer día”.

A partir de allí fueron muchos los docentes y padres que coincidieron en el sentido de que el festejo estudiantil debe ser controlado y, en lo posible, realizado en el interior de los colegios.

Es verdad que la sociedad muestra hoy, a profusión, niveles de violencia y conductas descomedidas, en algunas oportunidades casi promovidas como “modelos” a imitar. Pero, justamente, la educación consiste también en eso: en no dejar que prevalezcan criterios permisivos y, por el contrario, en inducir a los jóvenes a conocer dónde se encuentran los límites y en comprender la importancia de que se capaciten como personas valiosas y útiles para la convivencia social.

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