Londres promete una respuesta dura si Rusia está detrás del envenenamiento de un ex espía

Sergei Skripal sufrió una extraña intoxicación y está grave. Lo habían condenado por vender información a la inteligencia británica

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LONDRES

El ministro de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson afirmó ayer que su gobierno responderá “contundentemente” si se confirma que hay algún Estado tras el envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal en la ciudad inglesa de Salisbury.

“Puedo asegurar a la Cámara que si surgen pruebas de la responsabilidad de un Estado, el gobierno de Su Majestad responderá apropiada y contundentemente”, declaró Johnson en una comparecencia urgente en el Parlamento en la que se confirmó que el hombre envenenado en Salisbury era Skripal.

“Aviso a los gobiernos de todo el mundo que ningún intento de cobrarse una vida inocente en el Reino Unido quedará sin castigo ni sanción”, sentenció Johnson.

Asimismo, Johnson aclaró que se refería a políticos y no a la selección, cuando habló de que “sería muy difícil imaginar a la representación del Reino Unido” en la Copa del Mundo si se prueba que Rusia tuvo que ver en el caso de Skripal.

La policía británica busca en Salisbury la sustancia usada para envenenar al ex espía ruso Sergei Skripal y a su hija Yulia, que siguen graves y cuyo caso recuerda al asesinato de Andrei Litvinenko.

Un portavoz de la embajada de Rusia en Londres dijo estar “impresionado” por las declaraciones de Boris Johnson. “Habla como si ya hubieran juzgado a Rusia y fuera culpable”, dijo. En Moscú, un vocero del Kremlin indicó que Rusia estaba “dispuesta a cooperar” en la investigación, si fuera requerida.

Skripal, de 66 años, fue hallado el domingo prácticamente inconsciente junto a su hija de 33 años en un banco de plaza próximo a un centro comercial de Salisbury (sur de Inglaterra), donde vivía.

Ambos “no tenían heridas visibles y fueron trasladados al Hospital del Distrito de Salisbury. Están siendo tratados por exposición a una sustancia desconocida”, señaló la policía del condado de Wiltshire, precisando que uno de los miembros de los servicios de urgencias que los atendió también está internado en observación. Una testigo, Freya Church, explicó a la BBC que los dos parecían haber tomado “algo muy fuerte” que los dejó casi inmóviles.

Litvinenko, otro espía ruso que se convirtió en enemigo del Kremlin, murió en 2006 al cabo de una agonía atroz al ser envenenado por agentes rusos que colocaron polonio en su té en Londres, en lo que fue tildado de primer caso de terrorismo nuclear.

Su viuda, Marina Litvinenko, explicó a la prensa británica que tuvo una sensación familiar cuando vio las imágenes de los investigadores con sus trajes amarillos y escafandras buscando la sustancia que envenenó a Skripal.

El diputado Tom Tugendhat, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes dijo que, “aunque es muy pronto”, el asunto “tiene todos los distintivos de un atentado ruso”.

Skripal, un coronel ruso que durante casi 10 años pasó información a los servicios secretos británicos sobre el ejército ruso, fue descubierto y encarcelado en Rusia, pero finalmente entró en un canje de espías en el aeropuerto de Viena en 2010 y vivía en el Reino Unido desde entonces.

Skripal desarrolló una larga carrera en el GRU, los servicios de inteligencia del ejército ruso, hasta que ascendió a coronel. En 1999 pasó a la cancillería rusa, donde estuvo cuatro años hasta convertirse en profesor de la Academia militar-diplomática del Ministerio de Defensa.

Su posición privilegiada llamó la atención de los servicios de inteligencia británicos, que lo reclutaron en 1995, según sus declaraciones a la justicia rusa.

A partir de esta fecha, y hasta su detención en 2004, proporcionó la identidad de varias decenas de agentes secretos rusos que operaban en Europa, así como informaciones relativas a las unidades militares rusas y su estado de preparación para el combate. A cambio, habría recibido 100.000 dólares a través de una cuenta bancaria en España. (AFP)

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