La gente que se acercó al Bosque, principal damnificada del orquestado papelón

En un capítulo más del polémico fútbol argentino, quienes concurrieron a 60 y 118, quedaron inmersos en el juego de las presiones

Edición Impresa

Cuando se expresa en cada charla de café o en cada reunión de amigos, que en el fútbol doméstico nada puede sorprender, sin dudas se incluye cualquier tipo de escenario y situación, tal como sucedió en la mañana de ayer en la que debían jugar Gimnasia y Boca.

Pese a la copiosa lluvia (hecho fáctico), Facundo Tello, árbitro del encuentro, recorrió el campo de juego en dos ocasiones.

La primera de ellas, pasadas las 9:30 de la mañana, otorgó el primer visto bueno y propinó la confirmación de que el partido se disputaría, hecho tan necesario para el simpatizante tripero.

Ya en la segunda recorrida, cerca de las 10:15, el veredicto fue el mismo: “La cancha nos propone jugar”, expresó.

Ante este último mensaje alentador, fueron muchos los que dejaron de lado sus quehaceres y concurrieron expectantes al Juan Carmelo Zerillo, con la tranquilidad de que podría ver el partido.

EN MEDIO DE LAS PRESIONES Y LAS SUSPICACIAS, LA GENTE

Con la ilusión intacta de pasar una mañana de domingo disfrutando del cruce entre el Lobo y el puntero del campeonato, el público espero paciente la confirmación del inicio del juego. Como si fuera necesario, en dos ocasiones Tello expresó que se disputaría. Con el segundo mensaje optimista, fueron muchos los que se acercaron al Bosque y lentamente comenzaron a llenar los cuatro costados del Juan Carmelo Zerillo.

Sin embargo, a 15 minutos del inicio, todo lo antes dicho quedó en la nada.

Luego de la tercera recorrida por el verde césped, Tello afirmó: “No deja de llover y tenemos todos la sensación de que, en el caso de arrancarlo, quedaríamos demasiado expuestos al clima, que parece que va a seguir, creemos que lo más correcto es postergarlo”, comunicó.

Ante este mensaje clarificador y diametralmente opuesto a los precedentes, a menos de un cuarto de hora para el inicio del partido, todos aquellos que salieron de sus casas con la última confirmación, debieron desayunarse, ya en el estadio, la insólita decisión del árbitro. En apenas media hora (de 10:15 a 10:45), con reunión entre capitanes, entrenadores y dirigentes de por medio, el destino de aquellos amantes del fútbol, que solo pretendían observar un juego, volvió a decidirse entre unos pocos.

Una vez más, otra más, la gente, el público del espectáculo deportivo, tuvo que pagar los platos rotos de una mesa en la que son sólo algunos los privilegiados comensales.

En una decisión insólita por lo cambiante, y que se habría tomado incluso antes de la reunión en los vestuarios, el partido se suspendió y quedó postergado.

Entre gestos adustos de unos y sonrisas cómplices de otros (ganadores en esta farsa), nuevamente el ciudadano común quedó inmerso en un banquete en el que sólo parecen corresponderle migajas de una sucia miseria.

Con bronca, pero con más fastidio, la gente se retiró del Bosque entre insultos y resignación.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE