El gol está de luto, se fue Guerra, uno de sus mejores intérpretes
Edición Impresa | 12 de Mayo de 2018 | 06:38

Por WALTER EPÍSCOPO
wepiscopo@eldia.com
Hugo Romeo Guerra pisó nuestra Ciudad en el año 1991. Además de estar acompañado por quien en ese momento era su esposa y sus pequeños hijos, llegaba al Lobo con muchísimos sueños y expectativas a cuestas al fútbol argentino.
Tenía ganas de triunfar, de mostrar lo que podía hacer adentro del área rival. Venía desde Uruguay junto a otro compatriota como Guillermo Sanguinetti, ambos por pedido expreso de quien era técnico albiazul por ese entonces, el también charrúa, Gregorio Pérez.
El Camello (como se lo apodaba) jamás imaginaría que haría historia y sería recordado para siempre por todo el pueblo Tripero, que ayer se conmovió al conocerse temprano la triste noticia de su fallecimiento.
Por las redes sociales, por los grupos de whatsapp de amigos, la noticia corrió rápidamente y durante la mañana se poblaron de muchísimas fotos de Guerra, como así también de los videos de sus goles.
Por ejemplo, el que le hizo a Boca en el `92 en cancha de Vélez por la Liguilla Pre Libertadores; en algún clásico; y hasta en alguna Copa Internacional. Pero sin dudas, el cabezazo frente a River en la final de la “Copa Centenario” que abrió la cuenta e hizo delirar a los gimnasistas, se robó todo.
En aquella calurosa tarde del 31 de enero del `94 en el arco del Bosque, el Camello quedó inmortalizado con una “rara palomita” adelantándose a Hernán Díaz y dejando inmóvil con un cabezazo esquinado a Sergio Goycochea.
Era el minuto 44 del primer tiempo y el “Juan Carmelo Zerillo” explotaba, como segundos más tarde se escucharía el atronador, “uruguayo... uruguayo”. El gigante con su camiseta azul con la franja blanca en el pecho y el “nueve” atrás, levantó los brazos a la multitud emocionado.
En las primeras horas de ayer en Arrecifes donde ya hacía varios años residía, ese gran corazón que tenía (tanto adentro como afuera de una cancha), se detuvo de repente.
Llegó al Lobo en el año 1991 y se quedó hasta 1994. Jugó 105 partidos y convirtió 31 goles
Había llegado de cenar con amigos como lo hacía habitualmente en una Peña, de compartir un partidito de fútbol, se acostó, y media hora después sufrió un paro cardíaco. Eran cerca de la 1 de la madruga y ya se encontraba durmiendo.
Hugo tenía 52 años (los había cumplido el 18 de marzo). Se mantenía bien físicamente, jugaba al fútbol y llevaba una vida sana. Ayer en Arrecifes nadie le encontraba una explicación a su repentino deceso.
Durante toda la jornada los diferentes clubes por donde pasó (en Uruguay, Argentina y México) lo recordaron.
Y sus hinchas especialmente, por que sus goles quedaron grabados para siempre. La emoción y el recuerdo de los festejos, invadió durante toda la jornada de la víspera a esos hinchas de diferentes clubes por los que el Camello pasó.
En nuestra Ciudad el impacto fue muy fuerte. Supo cosechar amistades que mantenía hasta hoy. No solamente con ex compañeros, sino con hinchas con los que entabló un fuerte vínculo.
Bonachón. Humilde. Simple. Siempre con una sonrisa, jamás cambió. Fue el mismo en su Canelones natal, en Nacional, Peñarol y en la Selección; en el Lobo, Huracán, en Boca; en el Toluca; y en el ascenso donde terminó jugando.
Ya retirado, supo empezar a dirigir, pero también se le dio por los “fierros” y estaba vinculado al automovilismo.
Guerra trabajaba desde hace tiempo en el “Catalán Magni MotorSport”, con su concuñado, Julio Catalán Magni, en su taller.
El mundo del fútbol vía redes sociales lo recordó con mucho cariño, como un tipo respetuoso y humilde. La sorpresiva muerte siendo una persona joven, fue un verdadero “mazazo”
En Estancia Chica lógicamente la noticia retumbó. Ex compañeros como Darío Ortíz, Jorge San Esteban y Javier Lavallén (también integrantes de aquel plantel que logró el título de la “Copa Centenario”) quedaron shokeados por la terrible y triste noticia.
Es más, el Indio Ortíz recordó al uruguayo en su conferencia de prensa ayer al mediodía: “No es fácil digerir la noticia, fue un enorme jugador y gran compañero”, aseguró, y sorprendió al contar, “fue el primero en llamarme cuando asumí. Le prometí que iba a traer a su hijo, que es un gran jugador, a probarse a Gimnasia. Y lo voy a hacer”, concluyó.
Con su metro noventa las peleó todas y se hizo respetar. Era guapo, iba fuerte, pero era leal. Dejó todo siempre en cada Club donde estuvo, y supo anotarse en los clásicos que les tocó jugar con distintas camisetas.
Sin dudas, el gol pierde a un gran intérprete. El indescriptible ruido a red cuando la pelota entra al fondo del arco, ya no será igual. Pero el “uruguayo... uruguayo”, quedará por siempre identificado con Hugo Guerra, como aquel gol ante River de la “Copa Centenario”, que sin saberlo, le daría para siempre pasaje a la eternidad, en el sentimiento del Pueblo Gimnasista.
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