Trastornos, somatizaciones y el riesgo de naturalizar las crisis
Edición Impresa | 13 de Mayo de 2018 | 03:23

PEDRO GARGOLOFF
Miembro de la Red Educacional de la Asociación Mundial de Psiquiatría
La reciente corrida del dólar, replicando potencialmente las anteriores alzas dramáticas ocurridas en más de veinte ocasiones en los últimos cincuenta años, expone a la sociedad y a las personas al estrés ligado a la incertidumbre y a las expectativas negativas por las consecuencias sobre distintos aspectos de la economía.
Algunos pocos no percibirán esto como una amenaza real aplicable a su caso. En la mayoría impactará emocionalmente, dependiendo la magnitud de la vulnerabilidad individual por poseer factores personales de resiliencia o no, así como también de cuestiones sociales, como el “pegarse” a medios que “bombardean” con noticias urgentes de tono extremadamente dramático.
En estos casos, por la percepción de esta amenaza en su bienestar, existe el riesgo de que irrumpa una gran variedad de manifestaciones psicológicas, de presentación muy variable en tipo e intensidad: temor, miedo, tristeza, ansiedad, angustia, insomnio, irritabilidad, preocupación, pesimismo, desesperanza, frustración, cansancio y cefalea, mayor riesgo de recaídas de enfermedades como depresión, fibromialgia y trastornos de ansiedad, incremento de la tasa de suicidios, mayor conflictividad interpersonal.
También podrán aparecer compromisos somáticos digestivos como gastritis, cardiovasculares como hipertensión, osteoarticulares y hasta metabólicos.
La experiencia en nuestro país de tan reiteradas crisis cambiarias ha provocado una tendencia a naturalizarlas, como si fueran inevitables y propias de nuestra “argentinidad”. Claro que esto constituye la consecuencia menos deseable, ya que diluye el desafío que debemos generar para afrontar la actual crisis más exitosamente o desarrollar herramientas y para que la sociedad pueda prevenir otras nuevas.
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