Un grito de corazón...

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Darío Hernán Ortíz llegó a Gimnasia en 1989 desde su Mendoza natal y ya jamás podría cortar los lazos con el Club y la Ciudad. Por eso sus hijos son hinchas del Lobo desde chicos, y todos fueron defendiendo la camiseta en algún momento también. Hernán, Matías (ambos pasaron por el fútbol menor albiazul), Nicolás, y también María Luz que lo hizo jugando al hockey. Y desde el año pasado, el Indio volvió a ponerse la azul y blanca para jugar en el Súper Senior.

En el hogar de los Ortíz siempre Gimnasia estuvo metido de una u otra manera. “Desde chicos somos hinchas, toda la familia es del Lobo y lo sentimos muy adentro al Club. Mi Vieja también estuvo atrás nuestro siempre, éramos terribles de chicos”, recuerda con una sonrisa y agradece a Gabriela, su madre, la labor realizada. Nico, empezó a jugar en Gimnasia en Pre Novena, y tras firmar su primer contrato, le tocó irse a préstamo a Estudiantes de San Luis. “Cuando te vas del Club a préstamo y te toca vivir otras realidades, te das cuenta lo que es Gimnasia en todo sentido”, dice.

- ¿Y cómo es jugar en el Club del que sos hincha?

- La verdad que es algo hermoso. Tener la posibilidad de llegar a jugar en Primera, que me toque hacer un gol y haberlo podido gritar con la gente y con la camiseta que amo, es una locura. Es algo muy lindo.

- ¿Tenías algún festejo preparado para el gol?

- Nooo... nada. Jamás me imaginé que se me iba a dar, cuando me quedó la pelota en lo único que pensé fue en pegarle fuerte y que entre. No tenía ni pensado hacer uno, por eso lo festejé como me salió, me agarré la camiseta... No sabía que hacer. Lo primero que me salió fue gritarlo con la gente.

- ¿Y la familia?

- Todos orgullosos. Muy contentos por mi, y eso te pone muy feliz. Agradecidos a ellos y a Dios por estar viviendo todo esto. Estaban todos en la cancha, fue inolvidable. Después desde Mendoza, abuelos, tíos y primos viendo el partido me mensajeaban, mi abuela lloraba. La verdad mucha emoción. Ahora voy a ir unos días a visitarlos.

- Quedó grabada para siempre la imagen de ese abrazo final en la cancha juntos ¿no?

- Sí. Fue un momento de mucha emoción. Lo admiro mucho a mi Viejo, y en el gol en un momento pensé en ir a abrazarlo, pero estaba lejos. En el final nos encontramos en el medio de la cancha y nos dimos un gran abrazo. Me sentí muy feliz por el, necesitábamos ese triunfo.

 

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