Pablo Alberto Bogo

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Cuatro décadas dedicado a la salud bucal, tanto a atenderla como a enseñarla, lo colocaron en un lugar de prestigio dentro del mundo de la odontología de la Ciudad. De ahí las manifestaciones de pesar que provocó, entre sus colegas, el fallecimiento del doctor y profesor Pablo Alberto Bogo, quien hoy hubiera cumplido 70 años.

Fue el hijo único de un matrimonio de inmigrantes italianos, Josefa Di Lorenzo y Alberto Bogo, radicados en La Plata. Ingresó a la primera sala del jardín de infantes del San José y dejó el colegio católico de la calle 11 recién en 1965, cuando se recibió de bachiller, por lo que a lo largo de tantos años de compañerismo se hizo de un grupo de amigos, unidos por fuertes lazos, que le quedó para toda la vida.

Cursó la carrera de Odontología en la Universidad Nacional de La Plata, donde además de obtener el título de grado se doctoró en cirugía maxilofacial, especialidad a la que se volcó con un singular entusiasmo. Sus primeros trabajos en consultorio los repartió entre La Plata y localidades bonaerenses como Hudson y Ranchos. Luego, estableció su labor profesional para siempre en esta ciudad. También trabajó durante algunos años en el Hospital Cestino de Ensenada.

Corría 1980 cuando comenzó su tarea docente; en aquellos primeros años de experiencia frente a las aulas, por un buen tiempo ad honorem, descubrió su vocación pedagógica. Recorrió casi todas las instancias en la cátedra de Cirugía de la facultad de Odontología de la UNLP, pues fue ayudante, jefe de trabajos prácticos y profesor adjunto. En ese ambiente, junto a sus alumnos, su personalidad reservada y de pocas palabras se transformaba, impulsada, justamente, por el entusiasmo que le despertaba la enseñanza.

Navegar fue su otra pasión. Socio del club Regatas, todo tiempo libre del que disponía lo aprovechaba en el río junto a un amigo dueño de una embarcación. Participó incluso de numerosas competiciones náuticas.

Se había casado con la maestra María Isabel Taphanel y tuvo dos hijos: Hernán (odontólogo como su padre) y Gisela (contadora). Muy compañero, generoso, buen consejero y de carácter apacible, en la familia puso su mayor interés.

Disfrutó a pleno su rol de abuelo con Dolores, Joaquín, Tomás y Jerónimo.

 

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