Homenajearon a madres que aceptaron donar los órganos de sus hijos
Edición Impresa | 30 de Mayo de 2018 | 03:51

Dos mamás que aceptaron donar los órganos de sus hijos fallecidos en accidentes viales fueron homenajeadas ayer en la sede del Cucaiba, con motivo del Día Nacional del Donante, que se conmemora hoy en todo el país. La fecha fue elegida por el nacimiento del hijo de la primera mujer trasplantada que dio a luz en 1997 en un hospital público argentino.
“La convocatoria a estas mamás que donaron hace menos de dos años simboliza el agradecimiento del Cucaiba, del ministerio de Salud y de toda la comunidad a las familias que, pese al dolor de perder un ser querido, optan por hacer el bien de un modo altruista y solidario, y salvar las vidas de otras personas”, señaló el presidente del Cucaiba, Hugo Petrone.
Mirian Ramírez vive en las afueras de La Plata y es mamá de Bruno, un adolescente de 15 años que falleció “hace 10 meses y 6 días”, se acuerda con precisión. Cayó al asfalto tras chocar mientras conducía su moto y sufrió tres fracturas en el cráneo. De inmediato, lo trasladaron al hospital San Martín de nuestra ciudad, donde los médicos le anticiparon que era muy difícil que su hijo sobreviva.
“Cuando la gente del Cucaiba me dijo que donar los órganos de Bruno podría salvar hasta siete vidas, pensé en toda esa gente que vive años con el dolor y la incertidumbre de un hijo que puede morir. Yo esperé 12 horas que para mí fueron años. En esa espera pensé que me volvía loca, así que dije ¿Por qué no? Donemos los órganos y llevemos alivio a otras familias”, recordó Mirian ayer en la sede del Cucaiba, a donde llegó acompañada por su marido y sus otras dos hijas, de 5 y 3 años.
Algo similar le pasó a Adriana Almaraz, otra de las homenajeadas ayer. Ella es de Cañuelas y también perdió a su hijo, Ezequiel Colamarino, de 26 años, en un accidente de tránsito. Recuerda que cuando le propusieron donar se acordó de Romina, la hija de una vecina, que hacía seis años que estaba en lista de espera para un trasplante.
“Después me explicaron que uno no elige a quien donarle, pero solo pensar que los órganos de mi hijo podían salvar a otras personas enfermas me pareció mucho mejor que dejarlo morir por completo bajo la tierra”, contó Adriana.
En ese marco, el titular del Cucaiba las invitó a plantar un ginko biloba, símbolo de vida y renovación por ser el único árbol que resistió la catástrofe de la bomba atómica, en la ciudad japonesa de Hiroshima.
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