La historia de la policía platense que evitó un robo, la balearon y ahora lucha por volver a caminar

Alicia Arce tiene 38 años y está postrada en una cama desde hace 11 meses. Sueña con regresar a las calles para patrullar

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MARCELO CARIGNANO
mcarignano@eldia.com

El domingo 4 de junio de 2017, la lluvia arreciaba desde temprano y la niebla complicaba la visual de los pocos conductores que circulaban por la Ciudad.

Con Gustavo Federizzi al volante y Alicia Arce de acompañante, el móvil 23529 recibió una serie de avisos radiales desde el 911 que alertaban sobre un robo en proceso en una vivienda de La Loma. En 23 entre 35 y 36, más precisamente.

Tras responder el llamado, se dirigieron a la dirección indicada. Arce fue la primera en descender del vehículo, y llegó a observar cómo uno de los delincuentes (Andrés Omar Centurelli, según la causa) huía de la casa.

Le dio la voz de alto, pero Centurelli no escuchó o no quiso atender el requerimiento y siguió corriendo.

Concentrada en su objetivo, la subteniente del Comando de Patrullas nunca se percató de que había un segundo sujeto que salía por el pasillo, observando desde su posición privilegiada toda la escena.

Sin mediar palabra, el hombre, que sería identificado luego como José Pablo Riquelme (34), le disparó. El proyectil le ingresó por el maxilar, bajó por su cuello destrozándole la tráquea y terminó alojado detrás de un pulmón, previo paso por la clavícula.

Federizzi consiguió repeler al agresor, que, ya rodeado por la Policía (el apoyo había llegado apenas segundos antes), arrojó el arma -una pistola 9 milímetros- al suelo y se entregó. “¡Una efectiva herida!”, gritó por la radio. Arce, sangrando por la espalda, permanecía inmóvil en el asfalto.

Enseguida se armó un operativo para cuidar la integridad de la oficial y buscar al hombre que había escapado de la escena, que días más tarde pudo ser capturado.

A casi un año del incidente, el ataque armado en una comisaría de San Justo, donde la sargento Rocío Villalba fue también herida de bala, pone de relevancia el caso de Arce y otros dos anteriores: los de Lucrecia Yudati y Pamela Frías. El primero se dio en el marco de la llamada “Triple Fuga”, en el verano de 2015; en tanto que el restante aconteció en la Autopista Ricchieri, en el medio de un golpe de piratas del asfalto a una camioneta de una empresa privada.

“TODOS LOS POLICÍAS lloraban”

En aquella oportunidad, el fiscal platense Marcelo Romero, había explicado el episodio con crudeza: “Al intentar darse a la fuga, alertado que fuera personal policial sobre un robo en proceso de la modalidad entradera, al constituirse en el lugar, divisa a uno de los malvivientes, a quien dada la voz de alto, emprende la fuga; mientras que el otro sujeto con el fin de procurar su impunidad, intenta dar muerte a la oficial Alicia Arce (38), a quien con un arma de fuego -que portaba sin la debida autorización legal- le efectúa disparos causándole heridas de tal gravedad que pusieron en riesgo su vida; no logrando tal cometido por razones ajenas a su voluntad; tras lo cual descerrajó sendos disparos en perjuicio del efectivo Gustavo Federizzi, quien debió ponerse a resguardo y con su arma reglamentaria repeler la agresión”.

“El proyectil ingresó por el maxilar y bajó por su cuello, destrozándole la tráquea”

“Ama el uniforme y esto le pasó laburando”, remarcaron sus compañeros

En una comunicación más reciente con EL DÍA, el fiscal recordó: “Cuando llegamos al lugar del hecho con mis colaboradores, la escena era escalofriante. Todos los policías, sin excepción, estaban llorando. Los vecinos, miraban en silencio. Nadie nos respondía las preguntas de rigor que formulamos en estos casos. Estaban en shock. Lo mismo sucedió en el hospital Italiano, cuando fuimos a interiorizarnos de la salud de la efectivo. Fue muy conmocionante”.

La agente llegó al Hospital Italiano en paro cardíaco, pero lograron reanimarla. Permaneció varios días en estado delicado.

Hoy, internada en la Clínica de Internación Aguda en Rehabilitación y Cirugía (CIAREC), está consciente. “No tiene ningún tipo de daño cerebral” aunque continúa “con la cuarta y quinta vértebra comprometida”. “La expansión del proyectil hizo que tocara la médula y está cuadripléjica”, se informó.

“Ella quería mucho a la fuerza”

Arce continúa peleando por retomar su vida.

Una compañera de la fuerza que trabaja en el 911 es quien la visita frecuentemente, y para Arce, esa no fue cualquier voz.

Se habían conocido un año atrás del episodio, y de a poco fueron generando una amistad que evolucionó con el tiempo.

Las tres alertas del robo que la dejó postrada en la cama salieron desde esa oficina.

“Ama el uniforme y esto le pasó laburando”, dicen sus colegas más cercanos.

Además, aseguran, “se sorprendió con la solidaridad de la gente, de cómo intentan buscar información para conocer su estado de salud”.

La salud de Arce fue variando en los últimos meses. Le sacaron la traqueotomía y había comenzado el gimnasio, hasta que una infección urinaria complicó su tratamiento.

No obstante los contratiempos, sus ganas “están intactas” y se muestra fuerte para superar las dificultades que enfrenta. Mucho tiene que ver el apoyo de sus compañeros y de allegados, como la familia víctima del robo que desencadenó su situación.

En diálogo con este medio, Justo Santa Cruz Arce (68), jubilado del Astillero Río Santiago, evocó el episodio que tuvo a su hija como protagonista.

“Me llamó mi señora porque un policía amigo de mi hijo se enteró y le avisó a él. Yo estaba en la carnicería, haciendo los mandados. Dejé todo y me fui al hospital Italiano”, dijo.

El periplo que tuvieron que transitar después comprendió cuatro centros asistenciales: “Estuvo 40 días en el Italiano, luego la llevaron a Ituzaingó, a la clínica de rehabilitación ‘La Araucaria’; después fuimos al “Fitz Roy”, en Villa Crespo, porque tuvo una neumonía, y ahora está en el CIAREC”.

Ahora, “hay días en que Alicia está un poco caída, angustiada. Está cansada y quiere ver a su hijo (de 9 años). La atención que le dan es muy buena, pero está lejos de nosotros y los afectos son necesarios”, sostuvo.

Ese factor puede ser fundamental en la mejoría de la agente, y así lo refleja su padre: “Los médicos dicen que con una buena rehabilitación puede mejorar algo. Hay que tener fe, pero no sé qué puede pasar”.

Como aquellos que trabajaron con ella, Santa Cruz Arce destacó el cariño que tenía por la Policía, y aunque nunca supo qué la llevó a elegir ingresar, respetó su decisión.

“Ella quería mucho a la fuerza, se preocupaba mucho, era muy responsable. No faltaba nunca”, aseguró.

Recostada sobre la cama, Alicia Arce, policía del Comando de Patrulla platense herida en cumplimiento del deber, espera por el traslado hacia La Plata para estar cerca de su familia y emprender el camino más duro y largo, el de la rehabilitación. Su misión ahora es recuperarse, un paso después de otro, para alcanzar el sueño de volver con el uniforme a la calle.

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