Bernardi ya es historia, pero los errores en Estudiantes tienen más responsables

El canto que unió a muchos “...es el equipo del Narigón” fue directo a los oídos del presidente Verón. ¿Por qué no escuchar a los hinchas?

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Por MARTÍN MENDINUETA
@firmamendinueta

El fútbol tiene, entre tantos atractivos difíciles de empardar, un lenguaje tan poético como implacable. El último domingo, el momento en que miles de hinchas albirrojos comenzaron a cantar, espontáneamente, “borombombón, borombombón, es el equipo del Narigón”, significó, sin insulto ni otro agravio mediante, uno de los más claros mensajes que le han enviado al gobierno del club en años. El otro, claro, tiene que ver con la demorada finalización del nuevo estadio.

Hartos de la propuesta futbolística de Lucas Bernardi, dijeron todo en pocas palabras, valiéndose de una histórica y querida rima de tiempos muy felices.

Hoy, cuando el entrenador rosarino está embalando sus pertenencias para salir de la ciudad, y la comisión directiva hace saber que le gustaría reemplazarlo con Sebastián Beccacece, joven ayudante técnico de Jorge Sampaoli y responsable de la Selección Argentina Sub 20, el grueso de los fanáticos pinchas vuelven a pedirle a Sebastián Verón que regrese a los orígenes y le de la oportunidad a un DT “criado en la casa”.

FALLAS DE ORIGEN

Aconsejado por Agustín Alayes, el presidente apostó fuerte por un conductor de grupo que no había triunfado en ningún club. Los modernos métodos de trabajo que iba a implementar, más su fuerte impronta, sedujeron a quien toma las decisiones más importantes en el club. Por Bernardi, contrataron a Gastón Giménez (hasta el momento no ha rendido ni por asomo en relación al dinero que se invirtió por su ficha). Y por identificarse plenamente con la propuesta del flamante tutor del grupo aceptaron la rescisión contractual que pidió Israel Damonte. Bernardi no consideraba pieza importante al platinado mediocampista que hoy triunfa en Huracán. El tiene su gusto. Pero lo curioso es que el gobierno de Estudiantes, de acuerdo a su manera de actuar, terminó coincidiendo con la mirada, el diagnóstico y la evaluación del hombre al que echó (ojo, en muy buenos términos) hace menos de cuarenta y ocho horas.

Tanto les gustaba Bernardi, que terminaron sacándose de encima a un jugador de gran utilidad y que, además, representa a la perfección la idiosincrasia “Pincharrata”. Esos errores se pagan caro. Ahora le pidieron la renuncia a Bernardi y Damonte seguirá corriendo rivales con la camiseta del “Globito”.

CUATRO REFUERZOS

Hasta el momento, el balance de todo lo incorporado durante el último mercado de pases es muy malo. Giménez (1.550.000 dólares por el 50% de su pase) es el que más cerca está de ganarse un lugar a fines de mayo cuando el equipo intentará vencer por dos goles a Nacional de Uruguay para clasificar a los octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Jacob Murillo jugó muy poco y en un pobre nivel. Andrés Escobar también participó poco y tampoco se mostró de gran manera. Y el mismo concepto le cabe a Fabián Noguera. Hoy es el cuarto zaguero del plantel. Sin contar a Matías Laba (llegó lesionado) y a otros juveniles considerados como “apuestas a futuro”.

Ninguno de los que llegaron sumó jerarquía, ni se convirtió en figura indiscutida, ni gestó ovaciones de la tribuna. ¿Quién los eligió? ¿Qué virtudes tuvieron en cuenta a la hora de ir a buscarlos?

NO ESTARÍA MAL ESUCHAR AL HINCHA

Hay que volver a elegir director técnico. Los dirigentes quieren a Beccecece y los hinchas piden a gritos alguno formado en el club. Otra vez no hay coincidencia de gustos. ¿Tan grave sería escuchar a los que pagan la cuota de socios y el abono a una platea?

Sebastián Verón, quien fue un eximio jugador, ganador de pura cepa y campeón con todas las letras, no está hilvanando tantos aciertos como le ocurrió en su brillante carrera profesional. En los años que lleva como máxima autoridad del club han pasado muchos entrenadores. Por eso, queda claro que Lucas Bernardi no es el único responsable de este presente albirrojo teñido de mediocridad.

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